016 - Día intenso

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— ¿Te importa que te acompañe a tomar un café? —le puse la mano en el hombro para que se diera la vuelta. Al estar tan cerca de él podía sentir su perfume. Olía tan bien.

— Claro, ¿café con leche, largo de café no? Con dos cucharadas de azúcar —centró su mirada en mí y me guiñó un ojo.

— Sí, por favor. Parece que ya sabes como me gusta el café —le sonreí amigablemente. No sabía que se había fijado en como me gustaba tomar el café. Me pareció adorable.

— Me gusta fijarme en los detalles —sacó su lengua con nerviosismo—. Aquí tienes —me acercó el vaso con la bebida caliente—  Por cierto ¿te importa si fumo? —Joseph sacó una cajetilla de tabaco.

— Gracias —di un sorbo a mi café—. No, adelante, entiendo que estés nervioso.

— ¿Tanto se nota? —se encendió el cigarro y le dio una calada—. Es que como ya te he dicho, este es mi primer trabajo importante y no quiero cagarla porque puede llevarme a conseguir otros papeles.

— Mientras estás actuando no se te nota en absoluto el nerviosismo. Es solo cuando cortan para repetir la toma o cambiar de escena, haces ese tick tuyo con la lengua y no paras de fregarte las manos. Eso sólo lo haces cuando estás nervioso —me acerqué a él y le acaricié el brazo con suavidad—. Pero no te preocupes, cuando se encienden las cámaras estás tan metido en el papel que Joseph desaparece por completo y solo se puede ver a Arthur —le sonreí amablemente.

— Vaya... No sabía que te habías fijado tanto en mí —susurró algo sonrojado—. Gracias por los ánimos, seguro que me ayudará a tener más coraje.

— Confía más en ti. Hacer de un personaje tan triste y roto como el tuyo no es fácil, y lo estás bordando —ignoré el hecho de que me había delatado a mí misma en que me fijé bastante en él.

— Gracias Dalia —me besó en la mejilla y sentí un pequeño cosquilleo—. En teoría soy yo el que te tenía que hacer compañía para que no te sintieras sola aquí y resulta que eres tu quien me da ánimos —rio dando otra calada al cigarro—. Vaya amigo te has buscado —sacó la lengua, de nuevo.

— Un día por ti y otro por mí —me reí— Por cierto, creo que antes de que Phoebe entrara en la caravana ibas a decirme algo...

— Ah sí... Bueno —vi como se frotaba las manos con nerviosismo y tiraba la colilla al suelo para apagarla con el pie— Me... Me gustaría saber si, el día que tengamos libre, te apetecería venir conmigo a ver una obra de teatro.

— ¡Me encantaría! —no me pensé dos veces mi respuesta—. Me encantan las obras de teatro y aquí en Londres me han dicho que son muy buenas. Es un plan estupendo —añadí efusivamente.

— ¡Fantástico! —vi como Joseph se relajó—. Pues iré a mirar el calendario del rodaje para poder encargar las entradas para el día que tengamos libre. Nos vemos después —se fue sonriente.

Aún quedaba media hora volver a empezar el rodaje, así que decidí dar una vuelta por los alrededores de la calle donde estábamos rodando ya que era una zona en la que todavía no había estado. La verdad es que ese barrio era como sumergirte en la época victoriana en cuanto a arquitectura se refiere. Era muy bonito, al menos para mi, supongo que habrá gente que no opine lo mismo.

Estuve dando vueltas y contemplando la arquitectura de los edificios durante al menos veinte minutos hasta que decidí que lo mejor era volver ya, no quería que me regañaran por llegar tarde. Regresé con Natalie y los demás y volvimos a preparar las marcas y todo para reanudar el rodaje.

Al cabo de tres horas de trabajo tuvimos que hacer una pausa de unos 20 minutos para comer algo ya que teníamos que seguir unas cuántas horas más y aprovechar la noche. Comí algo rápido y la golosa que llevo dentro de mi me pidió tomar un chocolate caliente. No podía tomar más café porque sino no iba a dormir nada, pero necesitaba una bebida caliente porque a esas horas ya si que hacía frío de verdad.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora