021 - Juegos

178 16 15
                                    

Joseph empezó a bailar. Bueno, más que bailar empezó a hacer movimientos extraños con las caderas mientras me miraba. Yo me estaba empezando a poner colorada de la risa, los demás no se escondían y se empezaron a reír. Pero yo no me reía de la canción, sino de lo encantador que se veía Joseph haciendo esos movimientos. Además, tampoco podía mentir, esa canción me gustaba desde bien jovencita.

— No es justo, a mí esta canción también me gusta —hice un puchero y me hice la ofendida cruzando los brazos sobre mi pecho—. Siempre que la ponen en la discoteca la bailo con mis amigos como si no hubiera un mañana —no lo pude evitar más y se me escapó la risa floja junto con una lágrima contenida.

— ¿Entonces, a qué esperas? Yo también soy tu amigo —se acercó de mí con una mirada que todavía no sé interpretar y me agarró de la mano para ayudarme a levantarme—. Si también te gusta, no me dejes hacer el ridículo solo y baila conmigo —sacó la lengua ,y cuando me tuvo bien agarrada del brazo, tiró de mí y yo me levanté de un salto.

Los dos empezamos a saltar y a cantar la canción a todo pulmón, aunque no tenía mucha letra la verdad. Mientras, los demás aplaudían y se reían hasta que también se animaron a bailar con nosotros. Joseph y yo, estábamos totalmente desinhibidos. En un momento dado, no sé como fue, pasé mis brazos alrededor de su cuello. Fue más bien como un acto reflejo por el alcohol supongo, y el puso sus manos en mi cintura para seguir bailando, o al menos intentarlo.

Todo a mi alrededor se desvaneció por un instante. Sólo éramos el y yo, mirándonos fijamente a los ojos, no pude evitar mirar sus labios mientras mi corazón latió más rápido. El calor invadió todo mi cuerpo hasta que finalmente la canción paró y volví en mí. Aparté mis brazos de su cuello y Joseph hizo lo mismo, sonriéndome y guiñándome el ojo.

— Bueno —tomé aire y me senté—. Creo que acabo de sudar todo el alcohol de mi cuerpo —bromeé.

— Y también nos ha quedado claro que el baile no es lo tuyo... —Phoebe se rio y se sentó a mi lado—. Pero bueno, intención le has puesto. Si no fuera porqué Joseph te sujetaba, seguro que te habrías caído al suelo.

— Oh vamos, cállate ya —desde donde estaba sentada pude alcanzar uno de los cojines de la cama y se lo estrellé en la cara pero con suavidad, para no hacerle daño—. No se puede ser buena en todo en esta vida —le saqué la lengua—. Bueno, quién quiere preguntar ahora —cambié de tema rápidamente, ahora le tocaba "sufrir" a otro. La verdad es me lo estaba pasando muy bien.

— Yo mismo —dijo Tom— ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones íntimas, Tuppence?

— ¡Vaya! —Todos nos quedamos boquiabiertos—. Se va animando la cosa veo... —añadió Tuppence.

— Si no contestas, bebes, ya sabes las reglas —recordó Tom con una sonrisa burlona.

En realidad, no sé de que nos sorprendimos. Siempre que se realizan esta especie de juegos en fiestas, reuniones o celebraciones acaban desembocando en pruebas o preguntas más íntimas. Casi es como un cliché, pero nadie lo evita.

— Vale, vale. Pues justo antes de empezar el rodaje, como sabéis tengo pareja, así que no es tan raro que tenga relaciones sexuales a menudo. Para mi era una pregunta fácil de responder, y si le preguntáis a Phoebe seguro que obtendréis una respuesta similar —la miró arqueando las cejas.

— Eh eh, a mi no me metas que no me han hecho la pregunta a mi —Phoebe se hizo la ofendida.

— Lo sé, te lo estoy preguntando yo —Tuppence se rio.

— Ah, ¿qué ahora esto funcionas así? —le lanzó una mirada desafiante—. Está bien. Pues yo desde el domingo, fui a ver a mi novio y como sabíamos que me esperan unos meses moviditos, aprovechamos la ocasión.

Dos veces amada | Parte I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora