Capítulo II

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Odió a sus padres, claro que lo hizo, ¿para qué entonces la habían estado cuidando durante diez años para nada?. Continuó con su llanto en silencio, el cual detuvo cuando su madre entró a la habitación para darle un beso de buenas noches. Valeria sintió que había recibido un beso con traición de su propia madre, ¿con qué derecho la besaba si la iba a entregar a quien quisiera para servir en alguna casa?. Sintió asco al notar los labios de su madre sobre una de sus mejillas, todavía húmedas por las lágrimas, pero Anna ni siquiera lo notó. Se retiró de la habitación de la niña, confusa por la decisión de venderla o no venderla. En verdad era su hija y la quería, aunque tal vez no lo suficiente, ya que si no, no la alejaría de su vida por muy poco dinero que tuviera. Valeria continuó toda la noche con su llanto hasta que consiguió dormir alrededor de las siete de la madrugada hasta las diez, que fue cuando se despertó. Se vistió y peinó ella sola, después bajó las escaleras y tomó su pequeño desayuno sin dar los buenos días a sus padres, que la miraban con pena porque ya habían tomado una decisión, y esa decisión fue venderla a cambio de unas monedas sin importar el trago amargo que se llevaría Valeria y la gran responsabilidad que tendría que llevar a cabo con tan sólo diez años de edad. Le pidieron a la pequeña sentarse para hablar con ella e intentar explicarle con delicadeza la situación. Valeria lloraba sin parar, no quería separarse de su familia, porque a pesar de no recibir la suficiente atención, los quería y no quería pasar a manos de un desconocido que podría tratarla mal, peor que mal. Los brazos de la niña rodearon el cuello de su madre con una terrible fuerza suplicando que no la abandonaran a su suerte, necesitaba vivir, no ser una esclava para el resto de su vida. Y aún así, Anna y Jason no entraron a razones, la ambición estaba por encima de la libertad de su hija. Valeria salió corriendo hacia el bosque para ver a sus amigos y contarles que ya no los volvería a ver nunca más, pero sí los echaría mucho de menos. David y Avril quedaron desolados cuando supieron que se marchaba, juraron una amistad eterna para el resto de los tiempos y en eso se quedó la situación. Dos días después, Valeria fue despertada, para su sorpresa, su equipaje estaba envuelto en unas telas blancas, sin embargo sus muñecos permanecían encima de su escritorio, entonces entendió que debía dejar su infancia ahí, en ese mismo momento y comenzar a ser una mujer que fuera capaz de valerse por sí sola, que supiera aprender las labores que le ordenarían sus amos...Para ella, sus padres acababan de morir en su pequeña habitación, no necesitaba ya nada que proviniera de ellos. Subieron los tres a un carruaje guiado por un par de caballos que trotaban por la ciudad hacia el nuevo destino de Valeria. Llegaron a un barrio paupérrimo y en condiciones penosas donde los mendigos estaban tirados en mitad de las calles pidiendo dinero, y otros, golpeados por grupos callejeros que mayoritariamente eran adolescentes. Cuando la niña bajó del perfumado carruaje y olió aquel ambiente, se llevó ambas manos a la nariz para evitar oler el aire lo menos posible. Caminó junto a sus padres hasta llegar frente a un tipo bien fornido de brazos y cuerpo ancho, sin pelo sobre la cabeza y con una bolsa de monedas en una de sus manos para el matrimonio que se atrevió a vender a su hija: los Wittrock. Valeria, asustada ante la presencia tan tenebrosa de aquel hombre, abrazaba con fuerza el único muñeco que cogió de su colección todavía con el aroma de su casa. Jason entregó la ropa de la niña a ese hombre, que se dirigió un momento para depositarla en un carro con forma rectangular, y luego cogió a la pequeña del brazo llevándosela de aquel lugar. Ella giró la vista por última vez hacia sus padres esperando no tener que verlos nunca más. El hombre fornido la llevó a un carruaje donde dejó la ropa de Valeria, pero no eran sólo ropas lo que había sobre él, sino un grupo de cinco esclavos negros que estaban a la espera de ser vendidos en una subasta. Poco a poco la gente se fue acercando y echando un vistazo a ver cuál era el más apropiado, muchos de aquellos hombres se fijaron en la niña de ojos azules, mas su corta edad los echó atrás, Valeria no les servía a ninguno de ellos. Y así pasó dos días venciendo el frío y las constantes miradas que la seguían ignorando hasta que una tarde, el hombre fornido decidió deshacerse de ella abandonándola a su suerte por considerarla un "estorbo" que sólo hacía bulto, un bulto inútil, cuando de pronto, alguien lo detiene. Un hombre bien vestido y perfumado con el pelo negro recogido en una coleta corta y los ojos azules como los de Valeria se había fijado en ella.

-¿Qué se supone que pretendías?.-preguntó aquel apuesto rico-

-Yo señor...La tengo dos días y no consigo venderla. Quería deshacerme de ella.

-Tu trabajo es venderlos a todos, no dejarlos tirados. Si no la quieres dámela, más segura que contigo estará. ¿Cuánto pides por ella?.

-Lo que usted quiera darme...

El apuesto caballero sacó unas cuantas monedas y se las entregó al fornido, que se quedó sorprendido por la enorme cantidad.

-Pero esto es demasiado...

-Para que veas que ha sido la que más ha valido la pena tener.

Dos de los esclavos negros que acompañaban a su amo, cogieron a la pequeña y se la llevaron junto a su ropa, entre un horrible llanto de rabia, pues prefería que la hubieran abandonado antes que tener que obedecer.



La esclava blanca #Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora