Abrió la puerta principal, la marquesa la miró sonriendo dichosa y malévola, pero hubo algo dentro de ella que la hizo sentirse desafiada, pues la joven había salido por su propio pie con fortaleza y valor. Derek le pidió que volviera dentro, Valeria en cambio, continuó su camino hasta ponerse frente a Luciana con su rostro serio mirándola a los ojos. La marquesa dio una leve tosecilla, y enseguida, uno de los policías sacó de su carruaje un largo látigo negro que hizo que Valeria temblara por dentro y por fuera. Todos los que conocían a la única esclava blanca sintieron un terrible miedo que les bloqueaba la mente.
-Se condena a tu esclava a cincuenta latigazos en la espalda.-dijo un policía-
-Fue un accidente, no podéis hacer eso.-replicó Derek-
-No te atrevas a contradecirme, ya está todo decidido.
Luciana se acercó mucho más a su enemiga, por la que sentía más que asco, una pura envidia que consumía su alma podrida cada segundo.
-¿Asustada?.-preguntó la marquesa-
-Nada.
Luciana la cogió del pelo y la tiró con fuerza sobre la arena y las piedras calientes, después sacó una cuerda negra de uno de sus bolsillos y le ató las manos malamente, produciendo quemaduras en la delicada piel de Valeria. La obligó a levantarse y ella así lo hizo con las manos heridas, luego la volvió a tomar del pelo y se la llevó al bosque a empujones, pidiendo antes de hacerlo que nadie fuera capaz de molestar su función, o le daría el doble de latigazos. Noel y Derek apretaron sus puños y obedecieron porque no les quedaba otra, si interrumpían, Valeria sería doblemente castigada, y eso podía llevarla a una muerte segura. Cuando las dos llevaron un rato largo caminando a través del bosque, Luciana detuvo su paso y desató las manos de su presa para después volver a atarlas alrededor de un pequeño árbol con la intención de que se raspara más las manos y los brazos. Luciana rasgó su blanco camisón por la parte de la espalda dejando al desnudo su piel bien cuidada y conservada, seguidamente preparó el látigo y contó en alto y despacio tres segundos para impacientar a su víctima, que lloraba abrazando el árbol y apretando los párpados intentando ser fuerte. El látigo azotó su espalda por primera vez en diecisiete años, fue una sensación horrible y dolorosa... Ella cerró los ojos con mucha más fuerza pero no se quejó en ningún momento, es más, no quiso hacerlo para no alagar el ego de su agresora, la cual volvió a azotarla tres veces más fuerte. Al no escuchar sus lamentos, se dispuso a darle seis más a más velocidad, y sin querer hacerlo, Valeria se quejó sin poder evitarlo de un grito. Cuando ya iba por el vigésimo latigazo, Valeria se arañó los brazos con la corteza del árbol presa de su misma desesperación sin saber qué más poder hacer. En cambio, Luciana reía a carcajadas cuando la veía retorcerse de dolor. Su espalda ya sangraba, la sangre había teñido de rojo su blanco camisón, pero la función no había terminado todavía, aún quedaban treinta más que soportar. Al llegar al cuadragésimo, Valeria cayó de rodillas al suelo casi a punto de desmayarse, necesitaba que esa pesadilla se acabara de una vez, sus gritos se oían por todos los rincones de la casa, siendo escuchados por Derek, Noel y los demás esclavos, que miraban al suelo tristes y furiosos por no poder evitarlo de ninguna manera. Por fin, los cincuenta latigazos habían llegado a su fin, Luciana se paró unos cinco minutos para observarla en todo su dolor sonriendo, sin embargo, Valeria ya no sentía nada, se desmayó antes de recibir el castigo completo. Sus heridas eran profundas y sangraban mucho, las muñecas estaban lastimadas por la cuerda que le cortaba la circulación y sus brazos malheridos por la corteza que los raspó. Luciana se secó el sudor de la frente y marchó hacia la casa para irse de una vez de allí bien contenta por lo que había hecho. Derek y Noel se estaban empezando a impacientar, ya debería de haberse acabado todo de una vez. De pronto, vieron aparecer a Luciana desde lo lejos con leves manchas rojas sobre el vestido azul que llevaba puesto. Derek no pudo esperar más, salió corriendo a por Valeria, y tras él lo hicieron también Noel, Helen y dos esclavos más. Llegaron y la vieron tirada en el suelo desmayada, con las manos atadas todavía alrededor del árbol, momento en el que Derek sacó fuerzas de su interior para acelerar y llegar antes a su lado. Sacó una daga de su cinturón y desató la cuerda, la tomó en sus brazos temiendo que estuviera muerta y acercó su oído a su boca para comprobar si respiraba, sintiendo un gran alivio al notar su aliento recorriendo su pabellón auditivo. Deduzco estaba inconsciente y necesitaba ayuda médica, cosa que él sabía más que de sobra debido a cuando tuvo que cuidar de su mujer cuando estuvo enferma. Preocupado por procurar salvar su vida, la alzó hasta ponerse de pie con ella entre sus brazos y salió a toda velocidad hacia la casa para curarle las heridas lo antes posible. La llevó a su habitación y la dejó boca abajo pidiendo a los demás que se fueran de allí y que Helen le trajera una jarra de agua y muchos paños. Ella así lo hizo y el resto obedeció sus órdenes, incluída la de irse y dejar que él solo se encargara de Valeria, y aunque a Noel le fastidió, obedeció también yéndose a su cuarto para esperar el tiempo que hiciera falta sin dormir o sin comer hasta saber cómo estaba su mejor amiga. Derek humedeció uno de los paños y lo pasó por toda su espalda suavemente quitándole restos de sangre seca y arena incrustados en la piel, luego, con otro paño húmedo, lo puso sobre sus dos muñecas atándolo sin fuerza para no hacerle más daño. Unos treinta minutos más tarde, Valeria fue abriendo los ojos aturdida sin saber dónde se encontraba hasta que la voz de Derek la calmó: estaba junto a él.
- Cómo te encuentras?.-preguntó Derek-
-He tenido días mejores, pero bien supongo.
-Déjame explicarte algo.
-No sé si de verdad quiero escucharlo.
-Al menos inténtalo y después te prometo que no te pediré nada más.
-Valeria, sin darse la vuelta para mirarlo a causa de las heridas, asintió algo desconfiada y antes de que él hablara, dio un par de suspiros.
-Te mentí. Te dije que jugué contigo y que nunca te quise. Lo hice por él, él te quiere y no puedo traicionarlo de esa manera, no así.-dijo Derek-
-¿Te refieres a tu hijo?. Ya sabe de sobra que no lo quiero.
-Pero no sabe que tú me quieres, por eso en el fondo anhela esperanza.
-MI amor lo tienes tú y así será siempre. Siento por él el daño que tiene que estar sufriendo, pero a mí no pueden obligarme a amar.
El silencio se hizo atronador como un rayo cuando se escucha, ninguno dijo nada, todo estaba callado y sólo podían oírse sus respiraciones agitadas. Valeria se atrevió a incorporarse para ponerse boca arriba, Derek no quiso que lo hiciera por no hizo caso, necesitaba mirarle.
-Si me quieres y yo te quiero, ¿por qué dejar que algo nos separe?.-preguntó ella-
Derek la miraba también sin atreverse a decir nada, él quería decirle que sí, por supuesto que quería estar con ella, pero se encontraba entre la espada y la pared.
-Si no vas a quedarte conmigo, no sé qué diablos haces curando mis heridas.-dijo Valeria algo fría levantándose de la cama entre un dolor inmenso-
Derek quiso detenerla, no podía salir así malherida todavía.
-Tranquilo, sólo me voy a mi habitación.-replicó-
Ella caminó lenta, sus heridas le impedían moverse con soltura y erguidez, cada paso que daba le resultaba mortal, como golpes o cuchillos que se clavaban en su piel, y entonces lo que Valeria estaba deseando, se cumplió tan rápido como un abrir y cerrar de ojos. Derek se levantó de la cama y corrió a ella, acarició su cara y besó sus labios con pasión sin poder contener esas ganas que lo deshacían por dentro, tal como ácido potente.
-¿Qué me has hecho?.-preguntó él-
-¿Enamorarte?.
-Yo nunca creí que volvería a amar otra vez, pero tú has roto todas y cada una de mis reglas...
ESTÁS LEYENDO
La esclava blanca #Libro1
Storie d'amoreCorre el año 1731, narra la historia de Valeria, una esclava blanca que no conoce otra vida que servir a su amo tras ser vendida por sus propios padres a los diez años de edad, pero un día, la rutina de la joven pasa a ser su peor pesadilla al caer...