Capítulo XXI

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Los meses fueron pasando, el invierno ya había llegado y el frío helado se apoderaba de la hacienda y de las personas que residían dentro de ella. El fuego siempre estaba encendido, lo que hacía que el calor se repartiera por todas las salas para evitar que la gente se congelara, y aún así, a veces era inevitable. Valeria cumplió en el mes de diciembre sus ansiados dieciocho años, una cifra que para ella era la más importante, pues representaba madurez y la etapa de pasar de niña a mujer. Lo celebraron todos juntos con una gran cena en el comedor incluidos los esclavos, eran como una gran familia. El único que estaba raro de todos ellos era Noel, el que se había distanciado del cariño de su padre, de la amistad de Valeria y de la ternura de los esclavos...Lo cierto era que sospechaba de la relación que tenían Derek y la pelirroja, pues una noche los escuchó hablar sin reconocer a ciencia cierta el tono de ella. Ambos intentaron hablar con él, le preguntaron qué le pasaba y por qué estaba tan distante, pero Noel ignoraba tales preguntas y contestaba cosas que no tenían que ver con las preguntas, prefería callar sus verdaderas razones. A partir de aquella noche, Noel se pasaba las mañanas, las tardes y las noches encerrado en su habitación, adquiriendo poco a poco un carácter más tosco, vulgar y maleducado, ya no era el mismo de siempre, ahora todo había cambiado para él a pesar de no saber con seguridad sus sospechas. El 20 de diciembre de 1748, la nieve cubría de blanco tanto toda la ciudad, como la hacienda y sus alrededores. Valeria se encontraba en el pasillo de arriba observando a través de la ventana los copos caer a un ritmo lento, la situación le pareció tan relajante que no pensaba en nada, sólo en seguir viéndola caer del cielo. Por allí cruzaba Noel, al verla frenó un poco más sus pasos, yendo más despacio para mirarla por más tiempo. El sonido de sus zapatos caminando por el suelo, captaron la atención de la chica, que miró atrás para ver quién cruzaba. Saludó, pero Noel la ignoró por completo a pesar de haberla oído de sobra.

-Actuando así sólo puedo decirte que eres un inmaduro.-dijo Valeria-

Noel se detuvo al escuchar aquello, fue una frase que lo enfureció. Se dirigió hacia ella, y sonriendo con una actitud pasiva, se cruzó de brazos.

-¿Y qué?.-preguntó él-

-¿Qué mosca te ha picado?. ¿Dónde está mi mejor amigo?. Porque ya no lo reconozco.

-¿Y tú me lo preguntas? La que no ha sabido serlo eres tú.

-¿Por qué dices eso?.

-Tú sabrás. Creo que ya sabes lo que haces.

-Yo no he cambiado, tú eres el que pasa de todo.

-No tengo por qué darte explicaciones, sé perfectamente lo que hago. Y además, en vez de estar ahí parada como una estatua, ¿por qué no friegas el suelo de mi habitación?.

Valeria se quedó anonadada con la humillación de Noel, no pudo creer lo que acababa de oír de su propia boca. Se sintió tan inútil que pensó que sólo valía para limpiar, servir y vuelta a empezar...A paso lento y desganado se dirigió a la habitación de su amigo o lo que quedaba de él y vio sobre el suelo copas de vino rotas y el líquido rojo cubriéndolo del mismo color. Tuvo dos teorías: Aquel desastre había sido planeado a propósito para que ella lo limpiara, o se estaba volviendo un borracho y una mala persona que le daba lo mismo todo lo demás. Bajó al sótano para coger un cubo de madera y un trapo para fregar el suelo antes de que se quedara la marca de la mancha. Una vez ya preparado todo, se arrodilló y frotó una y otra vez recogiendo después los vidrios esparcidos con los que se cortó la mano derecha. El dolor era leve pero continuo y algo molesto, con su misma lengua se limpió la sangre que caía a gotas pequeñas y no siguió con su tarea hasta que se cortó la pequeña hemorragia. De nuevo, volvió a recoger los vidrios y otra vez volvió a cortarse, ambas manos. Ahora sí dolía, y no sólo eso, escocía y sangraba con más frecuencia. Aún así decidió que no importaba, debía recoger todo cuanto antes y así encontrar un hueco libre para irse con Derek a escondidas. Bajó a las cocinas y allí tiró los cristales, Helen se acercó preocupada y le tomó con suavidad las dos manos para no hacerle más daño. La nodriza preguntó qué le había sucedido, Valeria ignoraba la pregunta y respondía que todo había sido un accidente...Pero en el fondo sabía que no era así, todo fue planeado. Mojó sus manos en agua fría dentro de un cubo y luego Helen le colocó sobre ellas dos telas finas para recoger lo que quedara de sangre.

La esclava blanca #Libro1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora