Lilyane Howell
La verdadera historia de un lugar iba más allá de conocer fechas, el nombre del arquitecto que lo diseñó o los alfareros que esculpieron las decoraciones. Se encontraba escondida en cada esquina, en el legado custodiado por las paredes, así como en las personas que habían transitado y hecho vida allí.
Esas eran las valiosas anécdotas que la gran dama frente a mí compartía conmigo, dándome la oportunidad de sentirme parte de aquel palacio que los Connell llamaban hogar desde seiscientos años atrás. Una conversación tan rica en tradiciones, leyendas y datos que, a pesar de mi esfuerzo, mi mente se negaba a hacer suyos por transportarme sin mi permiso a otro momento y lugar.
Un baile... y un corazón herido.
No importaba cuánto batallara o las palabras que mi padre y Kaira me habían dicho... que yo misma me había repetido hasta el cansancio. Las inseguridades no dejaban de amontonarse y me torturaban al compararme con la mujer que escogieron como prometida de Bleddyn.
Apenas había visto el rostro de la joven, pero el mero recuerdo me ahogaba. Me sentía sola entre tantas emociones negativas... entre tanta desesperanza que no me reconocía a mí misma.
Era frustrante. Había pasado por situaciones más complicadas y vencido, entonces ¿por qué me sentía tan derrotada sin haber dado pelea siquiera?
Con los puños cerrados al frente, me obligué a salir de la vorágine oscura que deseaba tragarme y busqué por encima de mi hombro el apoyo que encontraría en los ojos verdes de mi mejor amiga. Kaira iba varios pasos atrás, junto a mis escoltas y al gran séquito que nos seguía. Una sonrisa desbordada en confianza llenó su rostro y con ello me recordó la Lilyane que debía ser: la que sonreía, la que siempre veía el lado positivo y la que no sucumbía a las tormentas.
«Esto no podrá contigo, tus raíces son fuertes». Meneé mi cabeza, sonreí y regresé mi atención a lo que la reina decía.
―A pesar del sobrio diseño del interior, nuestros antepasados quisieron darle un toque diferente que reflejara a los Connell en las paredes exteriores.
―¿Se refiere al azul que domina en las paredes externas?
―Es el color que representa a nuestra familia. ―La reina esbozó una sonrisa en mi dirección y volvió la mirada al frente.
―Las esculturas y serafines que adornan la fachada son preciosas.
Con orgullo, la reina expresó en myridio el nombre que se le daba a su hogar y no pude evitar susurrarlo con las comisuras en alto: el palacio de los Ángeles, me gustaba su musicalidad y en verdad lo representaba.
―¿Habla usted nuestro idioma? ―En ese instante me di cuenta que la princesa Brianna, que iba a mi lado, me observaba con interés―. Lo ha susurrado.
La reina detuvo su andar y con la atención de ambas sobre mí, las mejillas se me calentaron. De nada valía mantenerlo oculto.
―No lo hablo con tanta fluidez, pero lo entiendo bien ―expresé con la cabeza baja.
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La princesa del Alba
FantasyEl preludio de la tormenta. Ese fue el presentimiento que tuve al llegar a mi ciudad natal después de tantos meses. Las intrigas han cobrado fuerza y la sombra de la guerra se cierne cada vez más sobre mi nación. Pero así como todo parece haber cam...