Nunca detrás

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Princesa Lilyane

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Princesa Lilyane

―Entonces será dentro de un mes.

Brianna afirmó mientras depositaba de nuevo su taza en la mesita.

―La última vez que cayeron los Diamantes de Lea tendría yo unos… ¿cuatro años? ―trató de hacer memoria y luego sonrió con un deje de nostalgia―. No recuerdo demasiado, solo la emoción que me llenó cuando vi las estrellas caer del cielo. 
―En nuestra nación se organiza una gran fiesta para recibir las bendiciones de la diosa ―mencionó Alynna con la mirada puesta en las rosas que nos rodeaban; suspiró y volvió a nosotras―. Me hubiera gustado verlas en casa.
―La última vez tendría usted unos… ¿dos años? ―Mi hermana asintió y después los ojos de mi cuñada regresaron a mí―. ¿Tú recuerdas algo, Lily?

Las memorias de aquella lluvia de estrellas estaban frescas en mi mente. Podía ver a las bailarinas danzar con sus abanicos alrededor del fuego y la más primorosa, desde luego, era mi madre. Mis labios se impregnaron de la misma emoción inocente que se quedó grabada en mi ser, cuando me maravillé por la forma en la que su largo cabello negro ondeaba en el aire con cada salto o giro, a la luz de la fogata.

Esa fue la primera vez que ella me enseñó sus pasos de baile. 

―Fue un momento significativo para mí, por eso lo recuerdo con claridad. ―Mi risa ondeó en el jardín, porque el gran abanico de mi madre estuvo más tiempo en el suelo que en mis pequeñas manos.
―Este es uno de los eventos astronómicos más esperados porque trae consigo buenos augurios.

«Buenos augurios», repetí en mi cabeza mientras el humeante líquido ambarino llenaba una vez más la taza frente a mí. De verdad, eso era lo que más nos hacía falta, más cuando la oscuridad parecía querer engullirnos.

Un pequeño toque en el hombro me sacó de mis pensamientos y a mi derecha me encontré con las cejas plisadas de Kaira.

―¿Se encuentra bien, alteza? ―A pesar de ser apenas un susurro, detecté en su voz la preocupación. 

Le sonreí en señal de agradecimiento y después volví la vista al frente.

―Lo siento, me quedé divagando un poco.
―Ese ha sido tu estado natural últimamente ―se burló Alynna, removiendo su taza de té.
―Agradezco la observación, hermana.
―¡Ah! Hablando de buenos augurios ―Brianna intervino con cierto nerviosismo―. Hay otro evento que los atrae y se está comentando mucho entre las damas de la corte.

Extendí los labios con tranquilidad, misma que traté de transmitirle a través de mi voz:

―¿Cuál será?

Dió una mirada sobre su hombro hacia donde estaban mis escoltas, liderados por sire Alister y Rhiannon; entonces volvió con la travesura pintada en los labios.

―Una boda en la realeza ―se rio―. Todos hablan del enlace entre mi prima y el príncipe Frost.

Antes de poder decir algo, la educada risa de Alynna atrajo nuestra atención. Cogió una de las galletitas y después de observar las chispas de chocolate, posó sus ojos verdes en la princesa con ese aire de superioridad tan propio de ella.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora