―Entonces... ¿Así se escapaban Rhia y tú en el pasado?
En el rostro de Lilyane no solo vivía el arrebol del calor; mostraba también el regocijo y la emoción por haber salido del palacio. No pude hacer más que sonreír al tiempo que le acomodaba la tela que la cubría del sol de la mañana, para después hacer lo propio con la mía.
―En realidad, ahora es mucho más sencillo.
Le dio un aire travieso a sus labios al acercarse un poco más.
―¿Te refieres al hecho de convencer a mis caballeros, haber tenido que atravesar matorrales y escalar un muro; o tal vez a que el dobladillo de mi vestido quedó inservible por aterrizar en un charco? ―musitó.
Solté una risilla de boca cerrada para después señalar el puente libre de mi nariz.
―Me refería a esto, más bien. El proceso sigue siendo el mismo.
Su rostro ovalado se llenó de dulzura al comprender mi referencia.
Por el rabillo del ojo detecté que un hombre se acercaba. En un acto reflejo, la jalé con suavidad hacia mí, porque con el barril que él llevaba a cuestas, con seguridad no la había visto. Cuando Lily alzó la vista hacia mí, le guiñé un ojo y el sonido de su risa se mezcló con las voces que nos rodeaban. Aceptó mi brazo una vez más y continuamos con el paseo.
―Hay mucha gente... ¿Siempre es así?
―Es el mercado más grande de Myridia ―le conté―. Aquí puedes encontrar mercancía de los siete reinos, así que muchos vienen desde las provincias aledañas.
―El de Teralys no es tan grande, pero caminar por aquí... ―Cerró los ojos y al aspirar el aire, sonrió―. Los colores, el bullicio, el olor a pan recién hecho y las especias, me traen recuerdos.
―Eso es bueno.
Asintió sin borrar la curvatura de los labios.
―Por cierto, ayer recibí una carta de los gemelos en respuesta a la primera que envié.
―Un interrogatorio, querrás decir.
De un momento a otro, la sonrisa desapareció y la tensión se apoderó de su cuerpo. Me incliné para verla a la cara; los ojos yacían fijos en algún punto, pero al seguirlos no encontré nada fuera de lo normal.
―¿Qué ocurre?
Ella pareció despertar del pequeño trance y después suspiró.
―Discúlpame, es que después de todo lo que ha pasado... ―Mordió su labio inferior.
La entendía y ese fue uno de los motivos que me llevó a planear con cuidado esa escapada: darle la oportunidad de tomar un respiro de los problemas, el protocolo y el aire viciado que había en el palacio.
Le alcé el mentón y luego apunté con la cabeza hacia un lado de la calle donde estaban apostados un grupo de Agelys y otro par en la esquina contraria.
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La princesa del Alba
FantasyEl preludio de la tormenta. Ese fue el presentimiento que tuve al llegar a mi ciudad natal después de tantos meses. Las intrigas han cobrado fuerza y la sombra de la guerra se cierne cada vez más sobre mi nación. Pero así como todo parece haber cam...