Cita con el abismo

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"Todo se trata de esperar el momento adecuado"

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"Todo se trata de esperar el momento adecuado".

Mientras escuchaba el reporte de la situación que se había vivido fuera del palacio en los últimos dos días, pensaba en esa frase que mi padre solía decir. Debería sentirme satisfecho; largos meses de paciente espera por fin rendían frutos y seguramente serían tan dulces como el té de magnolia que removía con aparente tranquilidad; sin embargo, la maduración no iba tan rápido como quería.

―¿A qué hora fue eso?

―Casi a medianoche. En el ministerio de justicia atraparon a tres, mientras que en Arth Nefol se infiltraron dos con ayuda de un interno. ―Trevor suspiró y se llevó la mano al pecho―. Hubiera sido divertido jugar con ellos, pero el buen Loyd me cortó la inspiración.

―¿Algún noble o militar de alto rango?

―Solo esbirros. ―Se dejó caer en el respaldar de la silla―. Esperaba más de ellos, ¡no hubo ningún desafío!

Pasé la mirada a Wyn que bebía su té.

―¿Qué se dice entre los nobles?

―Ya están rumoreando sobre lo que pasó anoche. ―Bajó la taza y sonrió―. Si sumamos los que pusimos a correr, tenemos como resultado un aire encantador, lleno de conjeturas y señalamientos.

Bien, por lo menos la situación fuera del palacio iba a pedir de boca.

Al dejarlos saber que teníamos prisioneros, forzamos dos situaciones: primero, que los mismos nobles estuvieran vigilantes ante cualquier movimiento sospechoso y, segundo, que los culpables actuaran bajo presión para borrar sus huellas. Eso debería tenerlos muy nerviosos y debíamos aprovecharlo para pasar a la ofensiva, especialmente después de que estuvieran pavoneándose con sonrisa triunfadora.

―¿Qué me dices de Gorobell? ―pregunté, delineando el borde de la taza con el índice―. No debe estar muy contento.

―Se ha estado reuniendo con mi hermano a puertas cerradas. ―Wyn se cruzó de brazos y frunció el ceño―. El duque es bueno para disfrazar sus emociones, pero asumiré que los eslabones más débiles lo deben tener al borde de la locura.

―Eso significa que pronto tendremos cabezas rodando por ahí ―musitó Trevor y sonrió―. Tal vez por eso mi señor padre estuvo tan callado durante el desayuno. Fue maravilloso.

Ya los teníamos donde queríamos; así que, después de tantas dudas, temores, riesgos y heridas, no podía echar todo por la borda al querer apresurar las cosas. Me llevé la taza a los labios y apuré lo que quedaba de mi té vespertino; si yo no podía ver el desenlace, por lo menos ayudaría a afilar las armas para que mi familia sí lo lograra.

―Owen extrajo algunos nombres de nuestros invitados del festival ―les conté y después sonreí al mirar a Trevor―. Ya que estamos reuniendo pruebas en su contra, no nos vendría mal imputarles también lo que ocurrió anoche.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora