El rey negro

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"...Como ves, la superficie del lago es clara, pero lo que se halla en aguas profundas es lo que debes encontrar. Queda en tus manos".

Dejé el reporte de Gareth sobre la mesa y punteé con el índice la última frase: fácil de decir, difícil de ejecutar.

―¿Algo de interés? ―preguntó Owen desde la silla frente a mí.

Negué con la cabeza y le entregué el informe que Gareth me envió con él: ese era precisamente el problema.

―Se mantuvieron dentro de agenda y no mencionaron nada de las negociaciones anteriores.

―Entonces... ―musitó mientras sus ojos azules inspeccionaban las hojas―, ¿crees que puedas sacarle algo a su majestad?

Había estado pensando... analizando los hechos para idear la mejor táctica que me permitiera sortear la defensa de mi padre. Incluso había considerado ser franco para hacerle bajar la guardia, pero su actuar se había vuelto tan impredecible que, siendo honesto, no creía que fuera a funcionar.

Así que llegué a una conclusión y se la hice saber a Owen: en ese primer encuentro la mejor forma de enfrentarlo sería cederle la victoria. Si bien no obtendría lo que quería, esa derrota me permitiría estudiar sus reacciones y podría adaptarme para el siguiente.

―Bueno, a veces en la pérdida está la ganancia.

Asentí; sin apuro y con paciencia podría encontrar los nudos sueltos de aquel entramado, estaba seguro.

―¿Traes algo más?

―Trevor envió un mensaje anoche ―reveló y me devolvió el informe―. El marqués fue a visitar a Gorobell en horas de la tarde.

La sonrisa maliciosa se formó apenas en mis labios; los rumores apenas empezaban a correr y ya veíamos respuesta.

No había nada mejor que poner al enemigo a trabajar a nuestro favor.

―Dile que se mantenga alerta a todos los movimientos del marqués.

―Ver caer a su padre es demasiado tentador, así que no tendré que pedírselo dos veces.

―Mientras más incentivado esté, mejor será su desempeño.

―Hablando de esto. ―Hizo una pausa para aclarar su garganta―. Estuve en Arth Nefol y los soldados solo se habla de la instauración del Consejo Supremo de Guerra. Incluso tienen una pizarra y están apostando por quienes serán los miembros.

―Eso es reflejo de que los nobles y los altos mandos ya están tomando partido. ―Tomé una manzana roja y, observándola, sonreí―. Será interesante ver cómo reaccionarán a las próximas jugadas. ―Mordí la fruta y me deleité con su sabor. Al tragar, miré a mi amigo―. Excelente trabajo, general.

Inclinó su cabeza, aunque la pequeña sonrisa satisfecha no pudo disimularla.

―Me encargaré de cumplir con sus nuevas órdenes, alteza. Así los preparativos para el siguiente acto estarán completos.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora