Voluntades

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La lectura siempre me había parecido algo mágico

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La lectura siempre me había parecido algo mágico. No importaba si se trataba de política, herbolaria o alguna novela; cada página leída representaba un mar de aguas calmas en el cual nadar para olvidarme de todo.

Por eso detestaba cuando se convertía en una lucha.

Aun cuando la luz de la tarde y el silencio formaban un ambiente propicio para leer, llevaba diez minutos estancada en la misma página y las letras parecían burlarse de mí. Eso no había hecho más que acrecentar el temblor en mis manos y en mi estómago todavía persistía el mismo nudo que me impidió disfrutar del almuerzo.

Cerré el libro de golpe y lo dejé a un lado. Dioses, no podía seguir así o todo sería un desastre.

―Te ves tensa ―dijo Kaira, sentándose a mi lado en el alféizar.

¿Y cómo no estarlo cuando le haría cara a mi primera reunión política dentro de pocos minutos?

Bleddyn nos había pasado la agenda una semana atrás y si bien había repasado con mi padre respuestas a cualquier pregunta que podría surgir durante la reunión, todo estaba revuelto en mi cabeza.

Y aunado a ello, también había sido convocada para una tarde de té con la herbolaria real: Vanora Sayer, la madre de Owen. Sabía que esa sería una gran oportunidad para abrirme camino hacia la reina, pero... ¿por qué me tocaba librar dos encuentros en un mismo día?

Suspiré y tomé la mano de Kaira.

―Estoy tan nerviosa que temo hacer o decir una estupidez.

―Amiga, eso es normal, pero si lo piensas un poquito, no es la primera vez que te enfrentas a personas que dan miedo. ¿No recuerdas cómo bailaste frente a las narices de Rowena Kinley? ―Apretó mi mano y sonrió―. Déjate llenar por esa energía y recuerda el consejo que te regaló nuestro capitán favorito.

Me levanté y caminé hacia el espejo de cuerpo completo. En el exterior parecía toda una princesa con el suave maquillaje y el vestido verde, adornado con pequeñas flores bordadas que enmarcaban el fondo blanco; pero en el interior... Sacudí la cabeza; debía creer en mí misma y en lo que sabía.

«La información es mía. Ninguno de ellos conoce a Lyriamir como yo. Así que...».

―Esto es algo que solo yo puedo hacer ―dije en voz alta en el instante que Kaira apareció detrás de mí.

Su boca mostró satisfacción y después adquirió un tinte travieso.

―¿Crees que le haya propuesto matrimonio a Mavis?

―Si no lo ha hecho, debe estar por hacerlo muy pronto ―sonreí y me miré de un lado a otro―. Espero recibir un reporte Mooney dentro de poco.

―Le escribiré hoy mismo para solicitarlo, alteza ―se burló con una reverencia que nos hizo reír a ambas.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora