Torbellino de caos (2/2)

235 44 23
                                    


Lilyane Howell

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lilyane Howell

Cuando reparé en mi querida amiga, noté que había cerrado los ojos y su respiración se había suavizado. Le pasaba a menudo, así que no me preocupé. La cubrí mejor con las sábanas y aparté el cabello de su rostro con cariño.

―¿Lilyane? ―La repentina voz de Bleddyn provocó que el estremecimiento viajara de ida y vuelta por todo mi cuerpo.

De inmediato, salí a su encuentro y lo encontré en medio de la estancia. Su rostro no me decía nada, pero sus ojos... Dioses, sus ojos mostraban la tempestad que estaba viviendo y no pude hacer más que correr hacia el refugio que me ofreció en su pecho. Cerró los brazos a mi alrededor y apoyó la mejilla en mi cabeza.

―Amor...

―Un minuto ―me interrumpió en un hilo de voz―. Por favor, Diosa.

Mis manos encontraron su espalda y en esa posición nos quedamos por más tiempo del que pidió, mientras que cada respiración, cada latido, cada caricia, nos permitió percibirnos. Estábamos juntos, a salvo, y por ese pequeño instante nada más importaba.

―Temí lo peor.

―Lo siento, lo siento mucho.

Negó con la cabeza para después dejar un beso en mi frente y otro más largo en la boca que se fundió con la humedad de mis lágrimas.

―Bleddyn, yo no quise. Los dioses...

―Lo sé ―musitó sobre mis labios y percibí el dolor que contenía su voz―. Se supone que no debo intervenir, que es tu prueba así como lo fue la máscara para mí, pero cuando vi la flecha, yo...

Me moví para poder verlo y con todo mi fervor limpié la única lágrima que se permitió derramar con un beso, deseando sanar no solo el dolor; también el miedo que todavía albergaba su corazón.

Mis dedos se encontraron con los suyos al tiempo que juntaba nuestras frentes.

―Estoy aquí ―dije en myridio.

Un suspiro entrecortado brotó de sus labios.

―Lilyane... ―Con el pulgar me acarició el mentón―. Necesito que me digas exactamente qué fue lo que viste para saber cómo proceder.

Asentí con lentitud y comencé a contarle con detalle todo, desde el llamado del fuego hasta mi encuentro con Ashyr. El tenebroso torbellino cobró vida como si lo estuviera viendo justo en ese instante, junto con el miedo y la advertencia que todavía resonaba en mi cabeza.

―Fue Ashyr quien me dijo que me atacarían y de dónde vendrían las flechas. Por eso pude moverme a tiempo.

Al ver como la tensión invadía sus hombros y cerraba los párpados, fue evidente para mí que estaba reviviendo el momento. Tomé su mano y después de dejar un beso en sus dedos, la deposité en mi pecho para que pudiera percibir los latidos de mi corazón.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora