Verdades a medias (2/2)

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Durante nuestro regreso al palacio, Lily demostró que su estado de ánimo se había recuperado casi en su totalidad

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Durante nuestro regreso al palacio, Lily demostró que su estado de ánimo se había recuperado casi en su totalidad. Era como si se hubiera reencontrado con esa parte de sí misma que perdió en algún momento del viaje y eso me hizo sentir satisfecho.

―No sé por qué, pero el camino me resultó más sencillo ahora ―se rio cuando alcanzamos los árboles que bordeaban el jardín oeste: el punto donde tendríamos que separarnos.

Esbocé una pequeña sonrisa en respuesta. Después tomé su mano como un gesto normal de despedida y oculta a los ojos de los demás, tracé una línea con el pulgar desde la muñeca hasta la palma. Escuchar el suave suspiro fue mi recompensa.

―Recuerda, nos veremos en el paraíso de las hadas...

―Al atardecer.

Como símbolo de esa promesa, dejé un beso en el dorso de su mano. Lily sonrió y se dio la vuelta con la intención de alejarse; sin embargo, se quedó observando por un momento hacia Trevor que estaba apoyado en uno de los árboles. Contra todo pronóstico, realizó un gesto de despedida con la cabeza para después iniciar la marcha con sus escoltas detrás de ella. El corazón se me llenó de orgullo mientras la seguía con la mirada, porque la mujer de la cual me enamoré empezaba a dejar atrás el caparazón que la había rodeado para brillar y convertirse en Lilyane de Myridia.

―Vaya vaya ―musitó Trevor al pararse a mi lado―. ¿Sería mi belleza o mi actitud cómplice lo que obró a mi favor el día de hoy?

―Quizás fue solo suerte ―me burlé y palmeé su hombro―. Tendremos una semana complicada, así que por hoy descansa.

―¿Complicada? ―se rio y mostró una mirada maliciosa―: Bleddyn, atar los hilos para que las marionetas bailen es mi pasatiempo favorito. Ardo de emoción.

―Una manera retorcida de verlo.

―Y la compartes, no lo niegues.

Alcé la comisura de mi boca como respuesta y me di la vuelta para tomar mi camino. Él tenía toda la razón; aun cuando me preocupaban ciertos aspectos, la emoción previa a una batalla recorría mis venas; algo que decidí usar para tomar una decisión que se fortaleció con cada paso dado.

Le había dicho a Wyn y a Rhys que dejaría el tema de los sospechosos en sus manos, pero basado en lo que Lily había mencionado, ese día una persona saldría de la lista o las dudas se anudarían en su cuello.

Los escoltas que había dejado apostados en mis puertas presentaron sus saludos, caso contrario a Sywell que frunció el ceño.

―Se tardó más de la cuenta ―gruñó al seguirme al interior.

―Algunas cosas se escapan de nuestras manos ―dije con simpleza. Me quité la estola que me cubría y la dejé en una de las poltronas―. ¿Pasó algo en mi ausencia?

Trató de disimular el bufido al inclinarse.

―El general Sayer preguntó por usted hace como una hora. Me pidió que le avisara en cuanto apareciera.

La princesa del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora