Capítulo 4. Una monja con tacones rosas, una repartidora de pizzas y...

13.5K 593 61
                                    

Capítulo 4. Una monja con tacones rosas, una repartidora de pizzas y dos espías encubiertas - Parte 1.

Mire a Megan sintiendo que la preocupación cambiaba por muchas facetas, ira fue lo primero en venir y miedo luego fue a reemplazarlo.

¡La carta! La maldita carta, la carta que tenía mi nombre escrito.

Mierda, mierda y más mierda.

-Lo siento, lo siento -se apresuró a decir Megan con cara de arrepentimiento -no quería, pero por entregar la hoja donde estaban los ejercicios puse fue tu carta, fue un horrible error.

- ¡mierda Megan! -Exclame aun en un estado de shock -sabes todo lo que pasara, mi madre, el instituto, Steph y... él.

-tenemos que irnos, sé cómo arreglarlo.

Sentía la respiración rápida, y mire a Leila por primera vez que estaba más perdida que una tanga en luchador de sumo; mientras el otro chico nos miraba como si presenciara alguna película, solo le faltaban las crispetas.

- ¿Qué pasa aquí? -Dijo Leila por primera vez - ¿Qué eso de carta? Hablen.

Mire a Megan con el ceño fruncido, ella y su maldita bocata llena de labial rosa brillante.

-Te lo explicaremos luego -la calme, no me importaba si Megan no quería, ella lo sabría -ahora Meg, ¿Cómo saldremos de aquí? Sabes que Lorna tiene ojo de halcón.

Y era cierto, ahora parecía dormida y echada en su puesto, pero recuerdo que la primera vez que estuve allí un chico intento salir desprevenido, ella se levantó como luchador de sumo y lo tomo del cuello, sentándolo en su lugar, y por ahí derecho, también dejándolo en una cama por una semana, la señora era una total fiera.

-Yo puedo ayudarlas -todas volteamos a mirar al chico que estaba allí, sonrió al ver que tenía nuestra atención y vi como Megan compartía una mirada con él.

-Seth -lo saludo ella -no te había visto, debí imaginarme que estarías aquí, este es como tu segundo hogar.

Tal vez por la pinta del chico, eso significaba que el primero serían las calles.

El mencionado se rio por el comentario y le guiño un ojo, los mire intentando que no coquetearan ahora, y me sorprendí la facilidad de mi amiga de perder el camino de los actos por un chico.

-Bueno, bueno -interrumpió Leila más molesta que yo -ahora habla, ustedes luego me darán una explicación.

Ella me dio una mirada diciendo que ahora no me acusaría en preguntas pero que luego no me salvaría, el tal Seth pareció oír esto y me miro a mí.

-Pero todo tiene un precio -todas nos miramos, y yo me alce de hombros intentando mirar si tenía algo de dinero.

Una goma de mascar, una moneda de cinco centavos, un brillo labial y una hoja con las frases de un libro fueron lo único en la palma de nuestras manos, escrute a mis amigas con la mirada, por lo menos lo mío valía algo, si vendía la goma de mascar tendría diez centavos.

-Qué triste -negó de manera dramática el chico, quien de alguna manera se me hacía conocido -no podré ayudarlas entonces.

-Vamos Seth -le dijo Megan -yo luego te lo pago -eso fue seguido de un guiño por mi amiga y Seth negó con su cabeza sonriéndole.

-No me gusta repetir, lo sabes -esta hizo una mueca como si el recordatorio no le gustara y esta vez fue Leila quien soltó un suspiro audible.

-Déjate de babosadas Mathews -le increpo con un poco de rabia -Seth Blake Mathews, 19 años de edad, has estado en un reformatorio y reprobaste el año pasado, tu historial dice que eres un chantajista, mujeriego, te gusta dañar la paz pública, llevado más de una vez a la policía por causar revueltas

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora