Capítulo 3. En detención.

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-Existen esas circunstancias de la vida, donde nunca estas preparado, pero que sabes que algún día te verás enfrentado a ellas, como el día de nuestro examen de ingreso a la universidad, nuestra primera entrevista de trabajo, que todo la cafetería se ría porque usaste la blusa al revés, que tu peluquero haya peleado con su novio gay y por desgracia tú seas su primer trabajo desde aquello, terminaras con la cabeza doliendo y un horrible verde en tu cabello.

>>Esas situaciones, donde nunca nos preparamos, pero sabemos, que nos tocara darle la cara el día que se nos presenten -cerré los ojos ocultando mi ira.

- ¿a qué quieres llegar con tu horrible discurso, Megan?

-que, esas situaciones, son las que nos marcan, las que estarán en nuestras vidas siempre.

Y ella sonrió, como si así solucionaría todo, yo rodé mis ojos, más que exasperada.

-Pues wow, Megan, tienes razón -le di mi mejor sonrisa falsa y la mire - ¿Cómo no me di cuenta? Dios, por qué no me dijiste que algún día tendría que entrar a la casa de mi profesor, o no, por qué no me avisaste que tendría que convertirme en espía.

Mire hacia el cielo, exasperada y cansada, mientras Megan fruncía su entrecejo.

-dios no te hablara ¿lo sabes? -mire su cara enojada, mientras ella hacia su boca de pato -es extraño, lo he intentado, pero nunca me da ninguna señal.

Ella sonrió como si hubiera descubierto la vacuna contra el sida, empuñe mis manos, mientras sentía que era una caricatura de Warner, con su cara roja y sus orejas con humo.

-bien, solo bromeaba, pero en serio, estas son los momentos de la vida donde...

-Cállate -la interrumpí, llevaba media hora escuchando sus discursos de ánimo, y me dolía la cabeza - ¿sabes? Después de todo el estar aquí es tu culpa, deberías ser tú la que entrara allí y no yo.

-no, no querida, tu escribiste esa carta.

-y tú la entregaste.

- ¡creí que era mi tarea de matemáticas!

- ¿¡cómo mierda una hoja con puros dibujitos se parece a una ecuación!? -ella abrió sus ojos pensando en una excusa, pero su boca solo se abría y cerraba -debimos decirle a Leila, ella es más inteligente que tú.

Vi su cara de indignación, pero luego esta se calmó e hizo una sonrisa falsa.

-te la paso, solo porque este es un momento de tensión, es obvio que estas enojada -se acomodó su velo oscuro que llevaba como parte de su disfraz y me volvió a mirar -ahora que lo dices, podemos pensar esa idea.

- ¡oh dios! -Abrí mis ojos cuando vi como caminaban dos cuerpos de hombres muy sexys por la acera -ya no hay tiempo, es ahora o nunca.

Esperen, esperen, creo que están más perdidas que mi madre en una boutique de segunda mano, pues si, para entender lo que acabo de pasar tengo que ir un poco más atrás...

- ¡Ahhh! Un dinosaurio, corran, me va a comer el Mamenquisaurios...

No, no tan atrás señor lector, más bien esta mañana, donde los pájaros cantaban tan suavemente que mis oídos bailaron al son mientras mi nariz sintió la comida de mi madre y me fui flotando siguiendo el rastro del olor... no, no. ¿Qué?

Mi mamá ni siquiera sabe hervir un litro de agua, más bien fue así mí mañana.

-Aria -escuche un leve sonido que me llamaba, pero era tan suave que creí que era un angel llamando a mi presencia, yo prefería seguir durmiente -Aaariaa -de nuevo un susurro suave, pero este se sentía más cerca.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora