Capítulo 38. El tiempo se acaba

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Capítulo 38. El tiempo se acaba.

Corrí hacia la clase, estaba cogida del tiempo y necesitaba llegar a ese salón como si de eso dependiera mi vida, y es que de que llegara allí dependía mi vida, solté un suspiro cuando vi al profesor pasando y me escabullí por un rincón para pasar, unos compañeros se rieron al verme y me senté rápidamente.

Esta mañana me había cogido la tarde en todos los sentidos, la alarma no sonó, Megan llego tarde por mí y luego el casillero no me habría, cuando el conserje logro abrirla diciéndome que estaba muy oxidado por eso no habría cogí todas mis cosas y corrí hasta aquí, ni flash me alcanzaría, pero entonces, me tropecé con cierta rubia demasiado zorra que me hizo caer todas las cosas.

Después de darnos varias miradas de odio mutuo, corrí hasta aquí, estábamos en semana de exámenes y solo faltaba poco para que el año se acabara, para graduarnos, faltaba poco para que John dejara de ser mi profesor.

—Falta poco para la apuesta —susurro Megan en mi oído como si leyera mis pensamientos.

—lo sé.

La apuesta, la graduación seria en solo una semana y media, ¡una nadita semana y media para enamorar a mi profesor! No es como si ya lo hubiera hecho, John estaba interesado en mí, cierto, pero ¿enamorado? Eso lo dudaba, y más que Megan debía acostarse con él, pero eso no lo podía permitir.

Claro que yo podía decirle a John que se acostara con Megan para ganar mi auto, pero no, eso no lo permitiría, es más, solo imaginarlo me inundaba de unos celos hacia mi amiga que prefiera no pensarlo.

El profesor nos pasó unas hojas, cuando las leí, solté un suspiro. Esto día iba a ser largo y duro, media hora después, ya estaba entregando mi examen y algunos estudiantes seguían en la clase, Salí de allí para perder mi tiempo hasta la siguiente clase y el siguiente examen, pase por el salón de John y por el vidrio de la puerta pude verlo sentado, tan lindo, mirando hacia la nada y sin saber que aquí estaba yo, deseándolo como la otra vez.

—Boo —salte de mi lugar reprimiendo un grito, lo mire un poco enojada, tenía el corazón a mil y él solo se reía. — ¿Qué pasa? ¿Te asuste?

—No —lo ignore, para comenzar a caminar, pero Edwin se hizo a mi lado como si nada — ¿Qué quieres?

—Yo —se señaló a sí mismo como quien no sabe nada —oh, solo estaba dando una vuelta, nada extraño.

— ¿no tienes que estar dando un examen? —lo acuse con mi mirada, esta semana todos los profesores estaban dando exámenes y más a los de ultimo año.

—Enseño educación física —se alzó de hombros —no hago exámenes, ya tengo mis notas.

—Qué hombre tan ocupado eres —comente sarcástica, —deberías ir y seguir esparciendo tu conocimiento por el mundo, he oído que el triángulo de las bermudas es un bonito lugar para empezar.

—Ja, ja —se burló él —deja ese genio, amiga, que te saldrán arrugas.

Abrí mi boca indignada. ¡Arrugas! Si yo ni podía hacer mala cara, bueno...

—No soy tu amiga —lo acuse —además, tu eres quien no soporta una pregunta y que se pone como el señor pimentón cuando esta esa Lucy.

Él cambio de pose de inmediato, y allí estaba mi prueba, ni siquiera podía preguntar cómo era que la señora perfección sabia de mí, y lo presentía, ella sabía algo más de mí.

—no sé de qué hablas.

—Vamos Edwin —solté un bufido —mírate, tu actitud ha cambiado por completo. ¿Quién es ella? Si es tu novia, no le diré de tus aventuras.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora