capítulo 16. la fiesta nos espera. parte 1.

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Capítulo 16. La fiesta nos espera. Parte 1.

Si algún día tu amiga te pide enamorar a su profesor, ¿Qué le dirías? Depende de lo arriesgada que seas para hacerlo, depende de lo bueno que este el profesor para aceptar, pero lo más importante, depende de cuánto estas dispuesta a perder para ganar.

Y no quiero llegar a la cursilería ahora, pero si hace dos semanas, la Aria del futuro se hubiera parado en mi cara riéndose a modo marmota con Parkinson, que yo, la chica menos arriesgada, menos impetuosa y mucho menos con la valentía suficiente para hacer tal cosa; estaba ahora sintiendo celos de su profesor, me estaba colando con disfraz al apartamento de John Sanders, y estaba planeando toda una idea con su mejor amigo para enamorarlo, ¿saben que le hubiera dicho? Después de reírme igual que la Aria del futuro, pues porque sigue siendo yo, me hubiera vuelto reír, y después de reírme tantas veces que mi estómago ya estuviera dolorido, le hubiera dicho.

—Eso es una estupidez —le hubiera sacado el dedo medio, y la hubiera mandado a la catalina o como yo le digo, a la Lena.

¿Saben que significa catalina?

Excremento humano.

Si vayan llórenle a sus padres de por qué le pusieron tal nombre, chicas. Pero ahora Lena, era sinónimo de mierda.

Como en estos días, que estaba tan enojada porque la zorra de Lena estaba coqueteándole a mi profesor, es que, ¿Cómo es posible que una persona pueda causarte náuseas y al mismo tiempo, ganas de que tu puño se cruce con su cara al mismo tiempo?

Lena lo hacía.

Odiaba a la muy zorra, ella se estaba metiendo en zona prohibida. John se reía, le guiñaba su ojo y hasta le ayudaba en ocasiones, y él nunca, pero nunca en la vida, se daba esa libertad con las chicas.

Y llegaba Lena y provocaba que la vena de mi frente se agrandara, ¡me saldrían arrugas! Oh, y ahora estaba tan dramática como mi madre.

Pero Lena era una zorra, y yo la odiaba.

¿Sabes que Lena, vete a la Lena?

— ¿sigues enojada conmigo? —o bien, otro que tendría que irse a la Lena era Steph.

No sé si lo han notado, pero estoy muy enojada.

—muérete Steph —le dije, en serio, si alguien podía hacer más Lenadas que una vaca, era Steph.

Y no me refiero a la que hace cuando va al baño, no, eso resultaría asqueroso.

—Lo siento —tendría que llamarlo desde ahora, el señor disculpas, me jodia hasta la medula tenerlo diciendo lo mismo.

— ¿sabes qué? Te perdone, te dije que me recuperaras —por cada cosa que le decía, le contaba con mis dedos —me diste chocolates y hasta flores, te emborrachaste y ahora... ¿Qué paso?

Él se quedó mirando hacia el suelo, yo solté un suspiro audible y cerré fuertemente mi casillero, caminando con toda la elegancia que se puede tener un lunes por la mañana, con resaca y con el corazón, de nuevo roto.

Así que les diré, Steph es un maldito, Lena es una zorra con sinónimo de perra y caca, y ustedes deben estar bien perdidos.

Todo empezó esa hermosa mañana del sábado, y si, era hermosa, las aves cantaban y el sol salía, mi madre estaba comprando zapatos, algo me decía, que hoy no sería un día malo, que hoy, mi mala suerte no estaría en mis pies.

En serio, estaba convencida de ello.

Llame a Megan y a Leila, yo estaba esperando este sábado, era el baile de otoño en el colegio, así que aquí era donde hasta la más fea, se vería como la misma diosa de Zeus, mis amigas llegaron con todo listo, sus vestidos y maquillaje.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora