Capítulo 15. Carita feliz.

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Capítulo 15. Carita feliz.

- ¿Cómo es posible que no hayas leído aun el mensaje, Aria? -gruñí de nuevo ante lo dicho por milésima vez por Megan, ya me dolían los oídos por sus quejidos.

-olvide desconectarlo esta mañana, cuando por preocuparme por salir con él, estuve pensando en todo el cuento con Steph.

-Deja al maldito de tu novio a un lado -me ladro Megan, y no era literal, ahora mismo parecía una bestia con los colmillos incluidos -ahora mismo, vamos a revisar ese mensaje.

Piso más fuerte el acelerador del carro, íbamos por una calle principal para llegar a mi casa, me sostuve del asiento al ver la reacción tan descontrolada de mi amiga, bien, el mensaje no valía tanto como para apostar mi vida en ello, pero de todas formas, había algo que ahora me preocupaba más que ese mensaje y era el qué hacer después de verlo.

- ¡perdón señora! -escuche que Megan grito, mire hacia donde ella lo hacía y había una señora con su bastón en el suelo, bastante enojada de que haya sido Megan quien lo tirara.

-Megan, asesinaras a toda la población, maneja despacio -le advertí, ella solo me miro tan mal, que ahora mismo hasta el mismo satanás estaría dispuesto a recibirme -solo es un mensaje.

-No es solo un mensaje -bien, bien, eso ya estaba claro, pues todo lo que tratara sobre John, no era un solo, y eso ya me estaba preocupando más de lo que debía.

Tres perros, dos postes de luz y un niño con una pelota después, estábamos en mi casa.

-Por lo menos la pelota del niño salió ilesa -dijo Megan, ella sonreía con nerviosismo, y hasta yo lo estaba -bien, los postes también estuvieron bien.

Negué hacia ella que revisaba su auto, que por suerte no tenía ningún rasguño, y eso era bueno, no quería recibir un auto en mal estado después de ganar la apuesta, aunque decir lo mismo de los pobres perros no era correcto, a uno le piso la patica, Megan era una loca desquiciada con ese mensaje.

Caminamos hasta la puerta de la casa, mi madre estaba en la sala viendo el reality show de mujeres que tenían que crearse varios looks y ganarse un premio en efectivo, ella estaba tan concentrada criticando a una mujer que había usado un vestido verde jade con unos zapatos de tacón rojo, la oía decir lo estúpida que era mientras yo subía por la puerta, Megan iba a mi lado.

Al abrirse la puerta de mi habitación, las miradas de las dos se fueron de inmediato hacia la mesa donde estaba conectado mi celular. O más bien, debía estarlo conectado.

- ¿Dónde está tu celular? -me acerque hasta donde estaba ella ya, revolví entre las cosas para ver donde estaba, pero no aparecía, solo estaba el cable del cargador aun conectado al toma corriente.

Oh dios mío ¿Por qué me has bañado en tan mala suerte?

-No sé, no sé -me desespere, yo si quería saber que había contestado John, pero diablos, parecía que el universo entero conspirara contra mí para que no lo hiciera.

-lo dejaste aquí ¿cierto? -asentí tantas veces que parecía uno de esos perritos que ponen los taxistas en su auto.

-aquí lo puse.

-Pues aquí no está -mire a Megan como si fuera el espécimen mas raro del universo entero, en serio, creí que solo era yo la que no veía el celular - ¿Qué crees que se hizo?

Mire las posibilidades, habían tantas.

-la primera, que los extraterrestres hayan decidido secuestrarlo para robar toda mi información personal, que mi celular haya mutado de una forma extraña y le hayan salido extremidades, le haya dado hambre y se fue a dar un paseo -Megan rodo sus ojos, si bueno, no habían tantas posibilidades, y esas eran un poco surrealistas.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora