capítulo 32. ¿tengo el nombre de un cerdo?

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capítulo 32. ¿tengo el nombre de un cerdo?

Por desgracia, el viaje de venida me había tocado con el profesor dictador, así que no había podido verlo sentando hablando con Edwin o cualquier cosa, Megan había estado junto a un chico hablando y Leila y Seth parecían haber solucionado lo que sea que hubiera pasado entre ellos dos, porque habían estado hablando todo el camino, claro que ellos dos no actuaban como dos novios melosos.

Y yo, pues yo estaba sola con mi soledad en medio de esto rio de gente. Bueno, no era por ser dramática, pero sentía verdaderamente mal sin poder ver a John.

Tenía que hacer algo, porque esto se estaba volviendo un problema. No lo dejaba de pensar, estaba dormida, lo soñaba, estaba comiendo, lo pensaba, estaba hablando sobre Megan de algún chico, alli estaba él, hasta cagando me acordaba de él. ¡Esto no era justo!

Porque simplemente no podía dejar de pensar en él, hasta cuando le decía a mi mente que no lo pensara lo estaba haciendo, ¡pensarlo!

Era una mierda, hoy era jueves, y caminaba con Megan por el pasillo mientras intentaba no pensar en todos los casi besos con John, hasta que mi amiga me miro mal.

— ¡no estas prestando atención! —me riño, yo la mire con inocencia, pero vamos, era Megan, la reencarnación de lucifer, ella no se creía esas cosas.

—sí, si —rodé mis ojos —haber, zapatos nuevos, nuevos corte de cabello o no... ¡otro novio!

— ¿Qué? —Se escandalizo — ¿crees que todo lo que te digo nunca tiene importancia?

—Si la tiene —bufe, claro que no, ella siempre hablaba de lo mismo —solo que no estoy concentrada, discúlpame. ¿De qué hablabas?

—del examen de matemáticas.

¡Examen de matemáticas!

A mí no me habían dicho que había examen.

— ¿Qué? ¿Cuándo? —ella sonrio, había estado tan desconectada estos días como para poner atención en las clases de mi profesor.

—Exactamente —miro su reloj, luego sonó el timbre y ella sonrio —ahora.

Todos empezaron a entrar a clases y Megan se fue a su puesto mientras yo miraba como entraba John con unas hojas en sus manos.

—guarden sus cuadernos, celulares y sólo deben tener lápiz y borrador sobre su puesto —todos comenzaron a hacerlo, y yo lo hice también.

Pero no me sentía en mis casillas, solo vi a John pasar el examen por cada uno de los puestos hasta que llego a mí, me ofreció una sonrisa y siguió, algo que podía decir esta semana de John, era que él no había estado ignorándome, pero seguía manteniendo su espacio a mi lado.

—Ya pueden empezar —dijo, yo voltee el examen.

Todo esto me lo había explicado él en sus tutorías, pero yo no recordaba nada, solo como sus ojos siempre me miraban para explicarme o como sus labios se movían en sincronía para hablarme, la forma de sus manos cuando movía entre páginas algún libro de matemáticas. Recordaba cuando él hacia muecas al ver mal mis ejercicios y como volvía a explicar todo desde el principio.

¡Dios! Debía dejar de pensar en eso, hasta en un examen no lograba sacarlo de mi mente. Así que mire la primera pregunta para ver si de esa forma lo sacaba de mi mente.

Escribí mi nombre y leí la primera pregunta.

Pedro tiene agua para sobrevivir ocho días en el desierto, si cinco personas más se unen a él. ¿Para cuantos días les alcanzara la misma cantidad de agua?

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora