capítulo 36. ¿Qué ha cambiado?

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Capítulo 36. ¿qué ha cambiado?

Los ojos de ambos estaban en mí, y yo tenía ganas de orinar, era lo peor. Pronto comencé a sentir una molestia en mi nariz que clasifique como nervios al máximo de Aria, pero luego de varios intentos para que se fuera esa sensación, me di cuenta que solo era un moco.

¡Puedes concentrarte, Aria! Lo sabe todo, dios. ¡John sabe todo! Y lo único que se le ocurre a mi cuerpo es molestarme con un moco.

—Entonces Aria —me miro Lena con una sonrisa grande —algo que añadir.

Yo la mire, deseando en estos momentos ser Matilde y levantarla por el aire, pero obvio, eso no era posible.

Mire a John, quien permanecía muy callado, sin siquiera mirarme y eso era algo que agradecía, no quería escuchar su reproche ahora, sabía que luego tendría que ver su mirada de desilusión y después, tal vez un internado en el polo norte con los pingüinos.

— ¿Por qué no dices nada? —Espeto Lena, ella era la que parecía disfrutar de todo aquello —dile Aria, que eres tú la de los mensajes y que además, lo utilizabas para ganar un carro. Que bajo has caído.

Puse mi boca en una línea, no sabía que hacer o decir, justo en este momento, debía tener una cara de perro magullado con un moco en la nariz.

— ¡habla!

Su grito me sobresalto, al igual que lo hizo con John, yo la mire, ella parecía una desquiciada loca, John también pareció salir de su trance ante el grito, y se paró rápidamente de su silla. Mirando solo a Lena, nada de poner un ojo en mí.

—Creo que es suficiente Lena —le dijo suavemente, su voz tenía esa seguridad que él tenía —te agradezco por decirme la verdad, me ha abierto los ojos, y ahora mismo, te pediría discreción, esto quedara entre nosotros solamente, yo me encargare de reprender a Aria.

Ella sonrio dulcemente, y se acercó a John con coquetería, puse su mano en su pecho y sentí arcadas, ella estaba prácticamente seduciéndolo delante de mí. Que zorra.

—ella te ha hecho daño, si quieres, yo podría... —ella no termino, John se había alejado y quitado su mano de un tirón, mirándola firmemente.

—Yo soy tu profesor, y tú eres mi alumna —le dijo, sosteniendo un poco de rabia en su voz —espero que esto no sea manipulaciones tuyas, y además, que respetes mi posición.

Ella abrió la boca varias veces, sin saber que decir o hacer, estaba completamente roja, lo cual se notaba mucho por su piel tan blanca, sin decir nada más, dio un zapatazo y se fue refunfuñando de allí. Yo sonreí, John le estaba dando una lección y ahora mismo, me sentía un poco mejor.

Era la hora, él soltó un suspiro y aun de espaldas a mí, se quedó parado sin mirarme o decirme alguna palabra. Yo comencé a sentir la tensión en el aire, que era tan pesada, que podía alzar mi dedo y tocarla, no sabía que hacer o como mirarlo.

Y mis ganas de orinar aumentaban y la sensación de meterme el dedo a la nariz era mayores.

—John —lo llame suavemente, esperaba que me contestara, yo quería ir al baño.

Qué momento tan inoportuno para pensar en eso, Aria.

Él no dijo nada, siguió en su posición de antes y sin decir nada, yo comencé a apretar mis piernas, en serio, me orinaría aquí si él no decía nada. Mientras yo hacía bailes raros y John no decía nada, explote.

Y no, no me orine allí. Eso sería peor que la diarrea.

—Oye John, yo de verdad debo decirte esto —comencé, él sin inmutarse —y es que tengo un gran chorro que quiere salir, si lo entiendes.

Él volteo con una sonrisa mal disimulada. ¡Estaba sonriendo! Eso era un avance, creo que mis ganas de orinar le daban gracia. Yo también lo estaría si no fuera porque sentía que en verdad, me hacía pipi aquí.

—no saldrás de aquí hasta que me digas todo lo que pasa —me advirtió —y si tienes ganas de ir al baño, pues ahí está el envase de basura, será la única forma de que "sueltes el chorro"

Su voz era firme, pero contenía cierto tono seductivo que me hizo tragar saliva y que sin más, fueron como un golpe para mi estómago, haciendo que todas ganas de orinar se desaparecieran, además, no orinaría en el contenedor de basura, y menos con John aquí.

Se estaba dando de gracioso, y eso más que alentarme, me asustaba. Este no era John.

— ¿fuiste tú, Aria? —me pregunto, acercándose poco a poco, palabra por palabra —tú eras la de los mensajes, ¿Qué pretendías?

Él estaba muy cerca, y guardaba un brillo oscuro en sus ojos.

—dímelo, Aria —insistió, pero no desesperado, más bien, su voz era llena de... ¿deseo? No lo sabía, pero si podía sentir lo que hacía en mí.

—Yo —trague saliva, sin saber que decir, esperaba que el beso que había dado a Edwin lo confundiera, pero no sabía si había funcionado.

—Aria —pronuncio, desde lo más hondo de su garganta, haciendo que mi estómago se retorciera, lo podía ver, él estaba excitado con lo que pasaba —si eras tú, por qué lo besaste.

Lo mire, él estaba dolido, verdaderamente dolido por lo del recuerdo, y no sabía que pasaba, quien era este.

¿Qué le pasaba?

—él... —pronuncie, pero mis palabras eran ahogadas por una fuerza que no sabía que existía, era la de John y su cercanía.

— ¿él que? ¿Te gusta?

—No.

La energía entre los dos se esparció, John tenía su intensa mirada en mí, y estaba más cerca, de nuevo, una extraña conexión surgió al mirarnos, lo podía ver, en sus ojos el deseo y la tristeza al mismo tiempo, me sentía extraña, por haberle hecho daño a este hermoso hombre.

—No sabes cuánto lo siento —comencé a decir —sabía lo que se avecinaba, no quería que te enojaras y me odiaras, por eso lo bese, pero yo...

No pude terminar, había un espacio muy reducido entre los dos y John me había cogido por la cintura fuertemente tirándome contra un escritorio, mientras sus labios se ponían en los míos, salvajemente, con una energía que no comprendía de adonde venia. Sus labios se movían con los míos, con pasión y fervor, rápidamente introduciendo su lengua y jugando con la mia, poniendo sus manos en mi cintura y apretándome mas a él, mucho más de lo que ya estábamos.

¡Lo estaba besando!

Y era la sensación más increíble de todas, mucho más que cualquier cosa, sus manos en mi cintura, sus besos calientes, podía sentirlo todo aquello y podía sentir como la energía crecía y se convertía en algo indescriptible. Hasta que la respiración faltaba, y sabíamos, que teníamos que separarnos, porque si no fuera humana lo besaría todo el tiempo, sin necesitar aire para respirar.

Pero lo era, y tenía que terminar.

Y cuando nos miramos, algo en mí se prendió, sus ojos, estaban llenos de un oscuro deseo que pronto termino por asustarme. Era mi profesor y yo lo acababa de besar, era mi profesor, y tal vez las cosas hayan cambiado, porque esto, lo que habíamos sentido con aquel beso, era algo que no podría olvidar.

— ¿Qué ha cambiado? —le pregunte, él solo volvió a poner un beso en mis labios y acercarme a él.

—que ahora yo seré tu acosador.

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aqui esta el capi... bno, desde aqui las cosas comienzan a cambiar, y ademas, desde este capitulo, solo quedan dies mas y un epilogo para el final de esta historia. 

me siento Triste, ya se va a acabar y como que me da algo. no se.

bno, no hare mas maraton, ya falta poco e intentare publicar mas rapido, o dos capitulos por publicacion, tambien, como motivo de agradecimiento, comenzare a dedicar capitulos desde el siguiente a todas aquellas personas que me leyeron desde el principio, que votaron y comentaron, a las que estuvieron presentes, el siguiente cap lo dedicare al primer comentario de este cap. 

asi que nos veremos la proxima. 

bss. sara.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora