capítulo 29. Intromisiones.

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capítulo 29. Intromisiones.

—No puedo creer que me hicieran lavar todos los platos —se quejó Seth en un gruñido, mientras lavaba en un balde con agua los platos llenos de frijoles que habían comido algunos chicos.

—No puedo creer que mi manicura se vaya a estropear —chillo Megan viendo sus uñas.

—Yo no puedo creer que ustedes subieran esas fotos al Facebook —esta vez, fue Leila quien le dio una mirada fría a Megan, si, ella había subido las fotos con su cara pintada.

—Y yo no puedo creer que me tocara compartir tienda con Lena —bufe yo, la verdad es que después de que Leila golpeara a Seth con el sartén y nos amenazara a nosotras, Lena empezó a chillar por la humedad del lugar.

Yo me exaspere tanto por sus chillidos de delfín dando a luz, que empecé una pelea con esta, al final Edwin nos dijo que compartiríamos tienda a ver si así aprendíamos a llevarnos mejor –él no sabía que era más fácil aparear un elefante con un ratón, que a Lena y a mí –Pero conociendo a Edwin, solo era para molestarme.

—Uy amiga —Leila me consoló —por lo menos a ti no te toca con Jane.

— ¿Jane pedos de huracán? —Pregunto Megan, a lo que Leila asintió —te compadezco, yo la vi llevarse tres platos de frijoles.

Bueno, Leila estaba peor, Jane era una chica que tenía el mal hábito de tirarse pedos en todo lugar, siempre se juntaba con unos chicos que en la hora del almuerzo hacían concurso de eructos, y con tres platos de frijoles. Las probabilidades de salir ilesas de Leila y mía en el viaje eran: ella con una enfermedad respiratoria por haber inhalado mucho carbono, y yo con unas esposas en mis manos, porque de seguro, si Lena empezaba a joderme, hoy moriría algo más que la nariz de Leila.

— ¿y a ti? ¿Con quién te toco? —le pregunte a Megan, ella solo sonrio.

—yo estaré con una chica del otro salón, es amigable, tiene unas revistas de Vogue fantásticas y también...

— ¡bien por ti! —la calle yo, seguiría hablando sobre revistas, chicos y me dolía mucho la cabeza como para oírla ahora —si mañana huele a sangre, la culpa será de Edwin.

Los cuatro seguimos lavando los platos, eran las seis exactamente y las tiendas ya estaban listas, cuando me Megan se fue para donde su compañera y Leila y Seth desaparecieron, me destine a irme de alli, pero antes de poder escaparme de lo que esperaba, escuche una voz detrás de mí.

—no te iras ¿cierto? —cerré mis ojos mientras maldecía mentalmente.

—a no ser de que tenga súper poderes como para salir de aquí sin que un oso se aparezca, tal vez podría —escuche su risa, aun no podía voltear, temía verlo alli.

— ¿Cómo sigues de tu... daño de estómago? —escuche como intentaba no reírse, y yo ya estaba roja de la vergüenza.

Entonces voltee lentamente para verlo alli, él lucía realmente hermoso con unas bermudas verdes y una camisa negra, su cabello estaba alborotado por la humedad, pero eso solo lo hacía más deseable de lo que ya era, y sus ojos, más intensos, él se veía como para encerrarlo en mi tienda y no dejarlo salir de alli.

—Bien, supongo —trate de lucir normal, pero estaba muriendo de la vergüenza, entonces John se acercó más a mí con su sonrisa impactada en su cara.

— ¿en serio creíste que te creería eso? —pregunto, yo lo mire confundida. ¡Él me había descubierto! —te conozco lo suficiente para saber lo mala que eres mintiendo.

Mi cara no podía estar más roja, y él no podía estar más cerca, mire a mi alrededor por si alguien nos veía, pero fue cuando descubrí, que a esta hora todos debían estar enfrente de una fogata.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora