capítulo 28. Campamento.

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capítulo 28. campamento.

Seguí cargando el pesado maletín que mi madre se había encargado de hacer, en la puerta, una sonriente Anna con labial rojo y muy elegante me esperaba con su permiso en la mano. La verdad yo no estaba tan entusiasmada de este viaje, el aire libre, moscas y pantano, como que no eran cosas mías. Pero mi madre pensaba diferente.

—Debes socializar —había dicho cuando le informe del viaje —quiero que conozcas a chicas y que respires, los chicos de hoy en día no sueltan su teléfono y no disfrutan de la naturaleza.

Bueno, ¿Cómo si la señora "disfruta de la naturaleza" no fuera igual? Pero lo que dice tu madre, se hace. O eso pasaba con la mía, si la de ustedes es una haragana que las deja tener cerdos de mascota, dormir con tus amigas creyendo que eres "lesbiana", perder materias solo para conocer a tu sexy profesor y hasta aconsejarte que te vistieras como zorra, no es mi culpa.

—Estoy tan orgullosa de ti —me beso mi madre mientras tomaba la maleta, pero la dejo caer —mi capullito saldrá de su nido.

—sabes que capullo, se refiere a una flor no un ave —le recuerdo, ella solo rueda sus ojos y simula limpiar una lagrima.

—Estoy tan triste —solloza pobremente —te enfrentaras al mundo, y yo aquí, viéndote partir...

—mamá, no iré a la guerra —rodé mis ojos. ¡Que dramática! —además, recuerda que el domingo estaré aquí de regreso.

— ¡no! Vete capullito, yo no te reteneré, vuela, vuela —yo la mire con una ceja alzada, ¿en serio? ¿Por qué ahora mismo sentía como si mi madre me estuviera echando?

— ¡es una flor! —Le recordé —y regresare en dos días, no es como si fuera a desaparecer toda la vida.

—estoy tan feliz de que te dieras cuenta de que irte era lo mejor...

— ¡no me iré!

—pero te amo... ¡¿Qué!? —Exclama —dijiste que te irías.

— ¡solo dos días! —me golpeó la cabeza y cojo mi maleta —sabes, ya entiendo porque pesa tanto esta maleta.

Ella trato de sonreír, mi madre me dio un abrazo fuerte y me acompaño cuando un auto blanco arrimo en frente de mi casa.

— ¡no hagas fiestas! —Le dije mientras subía la pesada maleta al auto de Megan —nada de hombres y si invitas a tu novio, hay condones en mi gaveta por si algo. ¿Entendido?

—Recuerda que yo soy la mamá —me señalo con su uña —pero no lo olvidare, por si yo gasto los míos, aunque tú no necesitas usar condón.

Rodé mis ojos, mi madre seguía pensando lo mismo, me despedí de ella, Megan y Leila me dieron una mirada rara cuando nos alejamos.

—Todavía cree que soy lesbiana —Megan asintió con una sonrisa al recordar aquello, fue Leila en la parte de atrás quien frunció su ceño.

— ¿lesbiana? —pregunto esta, yo asentí y Megan soltó una risita.

—Larga historia —comente.

—tenemos el resto del camino al colegio y luego, el camino hacia el campamento.

Bufe, pero termine contándole a mi amiga que mi madre pensaba que yo era lesbiana, ella se rio como loca hasta que llegamos al colegio donde estaban todos los estudiantes, Megan aparco el auto y bajamos los bolso, comencé a protestar. ¿Mi madre empaco piedras o qué? Me queje, entonces vi a Edwin ayudar a unas chicas con sus maletas, lo llame y este me ofreció una de sus sonrisas socarronas al verme.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora