Capítulo 44. Que importa.

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Capítulo 44. Que importa.

Seguía viéndolo tan fuerte sin poder creer lo que decía, ¿creerle? ¡No sabía! Ya había creído lo suficiente como para saber que cuando dabas tu confianza a alguien, siempre terminabas lastimada y engañada, ¿otra vez? ¿Podía hacerlo otra vez? Pero él estaba allí, mirándome de esa forma que simplemente me desnudaba totalmente, era increíble como alguien podía hacerte estas cosas.

Hacerte el amor con la mirada, sentirte en el limbo con su risa y llegar hasta el infierno con una palabra.

Un poco más, solo un poco y ya era suficiente, lo sabía, que si él solamente se acerca un paso más a mí, nuestra cercanía sería realmente rota, y no podría pensar, no estaría cuerda, y si me preguntas por qué continúe, la pena no podría y solo diría que estaba embriaga, tal vez drogada e inconsciente, porque su aroma, su piel y su calor eran mis vicios, eran mi tortura y al mismo tiempo, eran mi medicina y remedio.

Pero esto, lo que había entre los dos, era tan destructivo como apasionante, porque sentir aquello por tu profesor, no sabías si era real, si eran las hormonas del momento, o simplemente, era el deseo que te llevaba a todo aquello.

¿Era serio? ¿Era una aventura? ¿Qué era esto? Era solo lo que podía pensar ahora, nada valía, creerle...

—mírame, Aria —yo seguí viendo el suelo, porque era tan fácil caer, solo mirarlo y listo, estaba atrapada con mi profesor en este pasión abrumadora realmente agobiante... y exquisita.

Su dedo se posó en mi barbilla gentilmente, él hizo el gesto de levantar mi mirada, sus ojos chocaron con los míos y su aliento se atraganto en su garganta, ninguno respiraba, ninguno se movía, estábamos quietos mirando el interior de nuestros ojos, ¿buscando qué? Yo esperaba algo, alguna iluminación divina tal vez, no sabía qué, pero solo algo, que me permitiera besarlo.

— ¿confías en mí? —me pregunto, aun perdida en sus ojos, yo lo pensé ¿lo hacía? ¿En verdad confiaba en este maravilloso hombre? Siempre había sido tan sincero, tan respetuoso pero a la vez muy directo y sensual.

Y sin poder decir más, solo asentí ante su pregunta, la verdad es que sí, confiaba plenamente en él, nunca me había dado motivos para lo contario, él mostro una sonrisa en su cara, aquella que me hizo mirar sus labios y darme cuenta que yo mordía los míos, como reteniendo mi boca para que no se abalanzara contra la suya.

—Déjame tocarte —su aliento choco contra mi oreja, él estaba respirando ahora en mi cuello y sus manos se movieron por mi blusa. —déjame sentirte, déjame demostraste que el único hombre que te puede hacer sentir placer, ese hombre soy yo.

Sus palabras fueron lo suficiente para quedarme realmente perdida, allí estaba, la motivación, y cuando el beso mi cuello, la esposa, la hija, y su compromiso, la pelea con Megan y todo aquellos problemas que rodeaban a John y a mí, desaparecieron lentamente al compás de sus besos en mi piel.

Y no me importo.

Si tenía esposa, pues no me importo, si Megan se enojaba, pues no me importo, si él estaba con otra, ahora estaba conmigo y eso era lo que me importaba. Si esto era un pecado, pues agradecía no ser católica, porque no me importaba.

Nada importaba cuando sus besos se removían por mi clavícula y luego por mis hombros, nada importaba cuando sus manos vagaban por mi vientre bajo la tela tocando suavemente y llenando de electricidad mi cuerpo, nada importaba, cuando él estaba allí y yo en sus manos.

Solté un pequeño gemido cuando sus manos tocaron mis pechos sobre el sostén, John alzo la mirada para mirarme, queriendo que no parara, él ataco mi boca antes de poder pedírselo, el beso fue tan brusco que la bruma de deseo seguía creciendo, cuando su lengua entro en mi boca y cuando empezó a consumirme de una forma salvaje, sus manos alzaron mi blusa y la sacaron por mi cabeza, sin romper el hechizo, su beso se volvió más fuerte presionándome contra él y sintiendo cada parte viva de su cuerpo.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora