Capítulo 43.

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Brooke

Las fechas en el calendario avanzaban rápidamente, los días se iban a una velocidad impresionante y la noche caía en menos de lo esperado. Aunque esto último podía adjudicarse al otoño e invierno donde oscurece con más velocidad, no se podía negar que cada día se iba volando.

No desperdiciamos un solo instante en lo que iba corrido de nuestras vacaciones, la vida está hecha para vivirla a toda intensidad y tenemos que tomar cada segundo que se nos brinda en este plano terrenal para vivirlo como si fuera tu último día en la tierra.

No sabemos qué puede pasar mañana, tenemos que vivir el presente, el hoy, lo que nos está sucediendo en este preciso momento. No tenemos que preocuparnos por cosas que no han sucedido, lo mejor que podemos hacer es mantenernos en el ahora y disfrutar, ya vendrá el tiempo para pensar en lo que pasará después.

Si te preocupas por el futuro, no disfrutas tu presente y no tendrás cosas bonitas que rescatar de tu pasado.

Nuestros planes de vacaciones se estaban llevando al pie de la letra, habíamos ido a una exhibición especial de arte, visitamos varios pueblos a las afueras, pero ninguno igualó a Bourton on the water, viajamos hasta lugares emblemáticos cerca de Londres. Ha sido una gran aventura con muchas anécdotas, experiencias y las risas no han podido faltar.

Después de esto armaremos una libreta de fotografías con Amber, cada lugar tendrá su apartado especial y escribiremos lo más memorable de ese día. Aún no sabremos qué nombre pondremos en la cubierta, pero algo se nos ocurrirá en el proceso.

Ha sido un extenso recorrido para llegar hasta donde nos encontramos. Los Alpes Suizos nos recibieron esta mañana y estamos a tres días de navidad.

¿Adivinen quien estrenó su pasaporte?

Exacto, yo. Porque las tres personas que me acompañan ya han salido con anterioridad del país y con más frecuencia de la que me imaginé.

Para llegar hasta aquí, hicimos uso de un par de transportes. Reservamos con mucha anticipación los tiquetes aéreos que tenían fecha del veintidós de diciembre a las cinco de la mañana con destino a Ginebra, ya en el aeropuerto nos dirigimos a una estación de tren para tomar el primero que nos dejara en nuestro lugar final.

Los Alpes suizos es donde contemplamos pasar las fiestas navideñas, pero hay muchos lugares dentro del territorio, para ser más específicos y no dejar dudas, el pueblo que elegimos es Nendaz.

Se trata de una joya oculta en medio del magnífico paisaje nevado de suiza. Una belleza natural con una majestuosa panorámica de los Alpes berneses cubiertos por una impecable capa de nieve. Un paisaje destacable para una buena postal navideña.

Nuestros pasos quedan marcados en la nieve a medida que avanzamos por el centro de Nendaz, la noche anterior se había presenciado una nevada, así que lo más probable es que para navidad corriéramos con la suerte de ver nevar.

Todos llevamos ropa acorde con el clima, nos encargamos de estar preparados para las heladas ventiscas y demás pronósticos locos que ocurran en nuestra estadía.

Yo parezco un oso de peluche muy muy gordito, cabe aclarar que Nick compró muchos abrigos invernales para cuidar que mi alergia no fuera algo de lo que preocuparse. Se toma en serio esto de cuidarme.

Pese a las tres capas de ropa que llevo conmigo, no pierdo el estilo. Todo lo que traigo puesto combina a la perfección, de eso me encargué antes de traer tantas telas encima.

—Una taza de chocolate antes de ir al hotel sería lo indicado. —Todos asentimos ante la propuesta de Josh, el clima ronda los cinco grados y los cambios bruscos de temperatura no me sientan del todo bien.

Almas Rotas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora