Capítulo 29.

1.8K 126 39
                                    

Brooke

Los días habían transcurrido y todo se encontraba a flote, no tengo la certeza de si era algo bueno o malo, pero por lo menos esto entre ambos no se había hundido en el fondo de nuestros corazones y una parte de cada uno intentaba no dejarlo ir.

Mi cabeza resultaba una maraña de pensamientos y analizaba qué podía hacer por Nick y por mí. Las palabras de Josh cobraban cada vez más sentido, creo que debería tomar una decisión por el bien de ambos y había agotado muchas opciones, pero siempre llegaba a la misma y esperaba no tener que recurrir a ella. Pero si no era yo la valiente, esto se derrumbaría.

El tenue sol abrazaba Londres en su esplendor, mientras en la calidez del sofá junto a la ventana me encuentro detallando los diversos colores que adornan el árbol frente a la casa, el otoño siempre ha sido mi época favorita, me siento plena y tranquila, pese a todo lo que ha sucedido encuentro cierta calma.

No estoy segura de cuánto tiempo paso desde que me encontraba aquí sentada, pero el sol empezaba a ocultarse, dejando tras él un hermoso atardecer que adornaba el cielo de manera mágica.

Pequeños golpes se oyeron a través de la puerta de madera principal, y me dispuse a dejar atrás la vista que contemplaba para abrir la puerta.

Al abrir Nick se encontraba del otro lado con una cubeta de helado, sí, era de almendras y chocolate con cerezas. De eso ya hace mucho tiempo que probé ese helado con él, me sorprende que aún se acuerde que es mi sabor preferido.

—¿Puedo entrar? —Sacudió la cubeta de helado, siendo poco sutil.

—Ni porque estuvieras vetado de la casa, adelante.

Serví el helado y en cuestión de minutos me encontraba nuevamente en la sala junto a él.

—¿Cómo recordaste que era mi sabor favorito? —Pruebo un poco de este, y es un deleite.

—Pongo atención cuando hablas, las cosas importantes en mi vida no se me olvidan. —Se encoge de hombros.

No podría decir que las cosas estaban del todo bien porque nuestra expresión corporal demostraba todo lo contrario.

Seguimos hablando de cosas banales y de poca relevancia, se sentía extraño no tener esa cercanía que esperaba, lo sentía como alguien allegado, pero no de la manera que esperas con alguien que no específicamente es solo tu amigo.

Nos quedamos en silencio observando por la ventana como la noche caía, ninguno de los dos movía articulación alguna. Nick decidió quebrantar el silencio que abrazaba el ambiente.

—Perdón —articula pausadamente —, probablemente ya no sirva de nada porque tú necesitas acciones y no solo palabras, mereces ver un cambio significativo y no dejarte llevar por simples oraciones que salen de mi boca. Quiero disculparme por todo lo que ha sucedido últimamente, la manera en la que te has sentido, como nos afecta a ambos cada pelea y todo esto nos ha llevado a lo que somos ahora, no puedo decir que es algo positivo porque en realidad nos ha superado y estamos desmoronándonos —habla con total sinceridad y sabe que esto es cada vez más complejo —. Sé que puede ser incómodo estar en la misma habitación con alguien el cual ha cambiado y no es la persona que visualizaste en su momento.

Él parecía leer mi mente en ciertos momentos, y este era uno de ellos.

—Lo comprendo y también lo veo desde esa perspectiva, todo ha resultado sumamente agotador. Hay ocasiones en las que ya no sé cómo reaccionar ante todo y me agobian ciertas cosas igual que a ti. —hablo con sinceridad. Nos señalé —. Esto va en pique, una caída que dolerá cuando ocurra y ya no es sano para ninguno de los dos, vale, tenemos que enfrentarlo y hay demasiados problemas de por medio. Tu salud mental está decayendo drásticamente. Hay que aceptarlo.

Almas Rotas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora