Almas Rotas ©

Capítulo 44.

Brooke

El clima en Londres a finales de enero es lo mejor, bueno eso teniendo en cuenta que te guste la lluvia y humedad constante. Eso significa cargar contigo un paraguas a donde sea que vayas.

Estamos de vuelta, las clases en la universidad han empezado hace dos semanas y la normalidad está con nosotros nuevamente.

Como todos los martes, nuestros horarios concuerdan a la perfección y podemos ir juntos a la universidad, eso significa no tener que caminar media hora hasta la universidad. El recorrido caminando es de mi agrado en algunas ocasiones siempre y cuando el clima ayude y esté nublado o quiera despejar mi mente.

Una leve llovizna se instala en la ciudad, el día es perfecto para quedarte bajo las sabanas y no poner un pie fuera del colchón, pero lastimosamente las clases empiezan temprano y contra mi pereza tuve que levantarme. De todas maneras, Josh no dejaría que faltara.

—¡Baja ya! —Él esta recostado en la entrada de su casa esperando allí para no mojarse.

—¡Dame un minuto! —Me alejo de la ventana para agarrar mis cosas.

—Llevas diciendo eso hace cinco minutos.

Siempre es costumbre llegar tarde cuando ambos vamos a algún sitio, es como ir en contra de las normas de los ingleses que son sumamente puntuales. Sin embargo, en la universidad no nos podemos dar ese lujo y tenemos que estar a la hora indicada, ni un segundo de retraso.

💗Nick💗:

"Espero tu día vaya excelente florecita. No olvides el abrigo y los guantes. Tal vez creas que soy exagerado, pero nunca es suficiente. Nos vemos en la noche"

¡Dios! Ya voy olvidando el abrigo. Busco en mi armario la prenda que me dio Nick y la pongo encima del suéter antes de salir.

Él se moriría si ve que no me estoy cuidando.

—Buenos días, querido amigo. Así se saluda, no me gritas en medio de la calle que baje.

—Adentro princesita, vamos contra el tiempo. —Abre la puerta de su auto.

—Algún día tienes que dejarme manejar este auto, es mi sueño. —Nos detenemos en un semáforo.

—Lo pensaré. Quizá tenga que comprar un seguro todo riesgo antes de dejarlo en tus manos y más si será con el que aprenderás a conducir.

—Suena justo, si el problema radica en eso yo compraré el seguro.

—Te he dicho cómo detesto que llueva —me repite y creo que he escuchado eso muchas veces.

Tener que ir con Josh significa escucharlo quejarse constantemente en los meses de enero hasta mediados de marzo donde el invierno causa lluvias constantes y temperaturas muy bajas, si tienes suerte puede nevar unas cuantas veces en el transcurso de la temporada.

—Sí, he escuchado tus quejas y ten por seguro que si estuviera en mis manos haría que dejara de llover para no escuchar repetir eso una y otra vez.

—¿Incluso si eso implica renunciar a los días lluviosos y nublados que tanto te gustan?

—Haría lo que fuera para que no repitieras tu monologo sobre la lluvia.

—Mientras eso ocurre seguiré molestando a propósito.

Acaba de decirme que repite eso cientos de veces para joder mi existencia.

—No me molesta escucharte hablar sobre cuánto detestas la lluvia, pero ahora que sé que lo haces a propósito no estoy dispuesta a dejar que sigas perturbando mi paz mental.