Capítulo 28.

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Brooke

Desde mi cama aprecio por la ventana el cielo grisáceo. Imponente y dispuesto a hacer de este día uno bastante melancólico.

Joshua se apoya en el marco de la puerta viéndome mientras trae dos tazas de chocolate y toma asiento en el borde de la cama, mientras yo adopto una postura más cómoda a la que tenía anteriormente.

La habitación se ve algo oscura, ya que es poca la luz que entra por la ventana a causa del clima.

—¿Cómo va tu alergia?

—Estoy notando que no mejora en nada —añado.

—Bueno, entonces toma esto y mientras tanto cuéntame para qué llamabas ayer en la noche. —Me pasa el medicamento y lo tomo de inmediato.

—Por qué no me cuentas cuál fue el problema que tuviste ayer con tu celular, a qué ratonera te metiste para que las llamadas no entraran.

—No fue una ratonera, literalmente estaba en medio de pasto y pasto a kilómetros a la redonda mientras la noche caía rápidamente por ser otoño.

Le hago una seña para que empiece su relato y así lo hace.

—Como te había dicho, Amber quería ir a una fiesta, ambos salimos de su casa y pedimos un Uber, claramente no conduciríamos si nos emborrachábamos.

—Muchacho responsable, aprendiste la lección —comenté.

—Exacto, entonces Amber dio la dirección del lugar y era a aproximadamente hora y media de su casa. Se suponía que la fiesta era en una casa campestre fuera de la ciudad, pero empecé a preocuparme cuando me percaté que ya habíamos salido y las indicaciones no coincidían para nada. Efectivamente ella no dio bien la dirección y el señor del Uber se negó a devolverse así que nos dejó en medio de la nada solo con pasto y árboles a nuestro alrededor, allí me entró tu llamada y el celular dejó de captar señal.

—Eso explica porque no volvió a salir la llamada.

—Y bueno, para nuestra suerte un automóvil pasaba por allí y nos llevó hasta el lugar indicado. Pero al salir de la fiesta a las cinco de la mañana, el taxi en el que íbamos se desvió y nos dejó en el último rincón de los peores barrios, con decirte que casi nos roban. Ya no traíamos efectivo porque el Uber nos cobró doscientos cincuenta euros y el taxi nos quitó los últimos ochenta euros que traíamos con nosotros, así que caminamos hasta mi casa, pero la mitad del recorrido fue con Amber en mi espalda porque le dolían los pies, había perdido sus tacones y se lastimó un pie. –Tomó un gran sorbo de su chocolate.

—Te falto decirme que ella vomitó mientras venían a tu casa —bromeé. Él se mantuvo serio.

—No camino a casa, pero si en el taxi, por eso nos dejaron en aquel barrio.

—Al parecer ayer a todos se les fue la señal.

—A qué te refieres cuando dijiste «a todos» —cuestiona enarcando una ceja.

—Resulta que ayer luego de salir de la cafetería llamé a casa y nadie contestó, Alice tampoco y no pude quedarme aquí, sucede que se fueron a un viaje de negocios y cuando ella intentó comunicarse para decirme que las llaves estaban con tus padres una tormenta hizo un daño donde se encontraban y hubo un apagón. Luego tus padres me llamaron bastante tarde y pasé a recogerlas, de paso tengo la casa para mí, sin gritos o malos tratos.

—No sé si lo notaste, pero ayer como que no era tu día y tampoco el mío —ríe. Yo me quedo callada.

—Ni lo menciones, lo comprobé con todo lo que sucedió —articulé.

—Te digo algo.

—Uhm —me limito a contestar.

—Eres fácil de leer, eres muy transparente con tus emociones y se nota a leguas que ayer no la pasaste nada bien. Tu cara refleja tristeza y abatimiento. Conmigo no tienes que fingir nada, sabes que puedes decirme qué sucede —declara.

—Me siento agotada en todo sentido, y con todo eso no sé qué hacer. En serio quiero entenderlo, pero me cuesta y cada vez es más difícil intentar seguir junto a él.

—Nick... —musita —. A qué te refieres con «todo eso» ¿Qué ha sucedido? La última vez que los vi denotaban amor en todo el sentido de la palabra.

—Ese es el problema. Un día podemos estar de maravilla, y así por mucho tiempo. Pero llega un momento en el que todo se vuelve una discusión. Y son cosas aparentemente sin sentido, pero llegan los reclamos por cosas verdaderamente importantes y... Yo no sé cómo tratar todo —me sincero.

—Nunca has experimentado eso, además una relación no es nada fácil, está llena de altibajos y hay momentos realmente duros, que te hacen querer renunciar, pero hay que ver los pormenores. Estás viviendo todo lo malo de golpe y es una dura cachetada, no te mentiré diciendo que después de la tormenta viene la calma porque soy consciente que vendrán cosas peores, y tienes que estar lista si decides seguir ahí.

—No ayudas —reprocho —. Me siento peor.

—Es que no he terminado de hablar, si me interrumpes no llegaré a mi punto, uhm. Intento ser buen consejero, déjame concluir. —Rueda los ojos.

—De acuerdo, continúa —le cedo la palabra.

—No todo es malo, solo se te acumuló de una vez. Te prometo que se te será recompensado y vivirás buenos y memorables momentos —su voz suena pacifica, como si supiera que lo que dice será un hecho.

Sus palabras causan gran alivio y aunque más de la mitad de lo que dijo fue negativo, pero es lo que pasa en las relaciones reales y me aterró. La certeza que me da de que todo en algún punto estará bien me reconforta en alma y cuerpo. Me hace pensar que es solo una mala temporada.

—Eso espero, de lo contrario vendré a hacerte reclamos por engañarme con tus consejos. — Ambos reímos ante el comentario.

—También ten esto en cuenta, te digo que en algún punto tendrás que tomar decisiones solo tú, para el bien de ambos, y así no sean de tu agrado y no te gusten por alguna razón, tendrás que ejecutarlas porque en el fondo de tu corazón sabes que es lo mejor para la relación y para su bienestar individual —recalca en tono serio.

—Lo tendré bien presente. Pero para ti debe ser sencillo tu relación es perfecta.

—En eso te equivocas, nada es perfecto. Somos un desastre completo. Todos tienen sus altibajos y nosotros no somos la excepción solo que hemos encontrado la forma de tratarlos. He intentado mantenerlo equilibrado, una relación tiene que ser estable en ambas partes, porque no es uno solo el que hace la relación, sino ambos.

—Olvidé que en tus relaciones las intenciones están claras y todo es definido.

—Bueno, siempre hay una primera vez para no estar en algo formal, solo dejar que las cosas fluyan y veamos qué sucede en el camino, qué sentimientos aparecen. Sin etiquetas.

Es extraño que me diga eso, pensé que Josh no era de dejar las cosas a la deriva y ver que iba pasando con el tiempo. Eso me hace tener muchas inquietudes sobre la verdadera relación o vínculo que tiene con Amber.

—¿Crees que lo pueda lograr? Ya sabes, algo estable. —Lo miro a la espera de su respuesta.

—No te estreses por eso, claro que lo harán. Todo toma tiempo, las cosas mejorarán.

Mis ojos empiezan a cerrarse poco a poco y la cama me recibe suavemente, entre mi ensoñación logre sentir como Josh acomodaba la almohada y me arropaba.

—Descansa, querida. —Cierra la puerta con cautela y sale.

En el fondo Josh tenía miedo que dañaran a Brooke y no pudiera sanar, era alguien fuerte, pero susceptible a que cualquier cosa por mínima que fuera la afectara drásticamente.

Almas Rotas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora