Conocía a los Merodeadores, y realmente no sé llevaba bien con ellos pero, ¿quién diría que gracias al profesor Slughorn sería parte de los Merodeadores? ¿Quién diría que gracias a este profesor, ella acabaría totalmente enamorada del castaño con ex...
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"So this is Christmas..."
Todos los estudiantes estaban de camino a la estación de tren.
La rubia se sentó con sus amigas aunque luego fue con sus más recientes amigos. Ella estaba muy callada, demasiado, tanto que a todos les asustó.
Después de muchas regalices y chocolates de parte de ella por la ansiedad, llegaron a su destino.
Cogió sus pertenencias, para luego con los chicos, bajar.
Estaba nerviosa, ansiosa, sentía que vomitaría, tenía un horrible aspecto y durante todo el viaje no paró ni un segundo en morderse las uñas y la piel, haciendo así que sus dedos estuvieran ensangrentados.
Sus ánimos decayeron totalmente cuando vio a las familias reunirse y ridículamente felices, aunque en parte estaba agradecida de que la mayoría no pasase por lo que ella pasaba, o al menos eso esperaba.
Vio a sus padres a lo lejos, pero ellos estaban centrados en el chico rubio, así que no la vieron. Eso le alivió en cierta parte.
—Pasa una gran Navidad, Ate. —dijo Lily abrazándola—
—Igualmente. —sonrió débilmente—
Mary y Marlene se unieron al abrazo.
—Cualquier cosa que os pase, escribir, ¿de acuerdo?
Todas asintieron.
—Hasta luego. —sonrieron para despedirse—
La ojimarrón estaba cogiendo aire para avanzar, pero una voz le paró. Al girar la cabeza, vio a los chicos con sus respectivas familias. Todos le hacía señas para que se acercara, así que lo hizo poniendo su mejor sonrisa posible.
—Hola. —dijo sonriendo a los adultos—
—Mamá, ella es nuestra querida Atenea y nuestra compañera de travesuras. —dijo James abrazándola por los hombros—
—Así es, hace poco nos ayudó a hacer una gran broma, de echo fue la mente maestra.
—En mi defensa, ellos me metieron en el saco.
En coro rieron.
—Siento que te hayan metido en eso. Euphemia Potter, encantada querida.
Ella sonrió.
—Fleamont Potter, una vez que entras en sus travesuras es difícil salir.
Ella rió.
—Y que lo diga. Estuve horas limpiando trofeos por su culpa.
—Tu querías hacer la broma.
Todos miraban al trío de los pelinegros y de la rubia divertidos.
—Me tengo que ir. —interrumpió Peter— Nos vemos chicos, adiós Ate, Feliz Navidad.
