Conocía a los Merodeadores, y realmente no sé llevaba bien con ellos pero, ¿quién diría que gracias al profesor Slughorn sería parte de los Merodeadores? ¿Quién diría que gracias a este profesor, ella acabaría totalmente enamorada del castaño con ex...
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"I'msorry"
Después de aquello, que pasó hacía ya un mes, ella se sentía de lo más culpable, ya lo había pasado todo, estaba mejor.
El mal habitó que ella tenía era que cuando estaba mal se alejaba de todo y todos, ignoró a sus amigos por semanas y se descuidó de sí misma.
Ahora ella estaba estirada en la cama mientras acariciaba a su pequeño y tan querido gato.
Era sábado y todos estaban a punto de irse. Sacó las últimas fuerzas que tenía para arreglarse mínimamente, ponerse algo de abrigo y salir prácticamente corriendo para coger las carrozas.
Saludó a los animales que portaban el vehículo, le daba igual que la vieran y le dijeran algo horrible, después de todo, ya estaba acostumbrada.
Para su buena o mala suerte, nadie se atrevió a ir con ella.
Al llegar al pequeño pueblo con su libro en mano, fue hacia aquel tan acogedor bar para tomarse una cerveza de mantequilla.
Cuando se sentó, quitó toda su ropa de abrigo para sentirse más cómoda junto a su bebida, empezó a leer olvidándose de todo lo sucedido los últimos días.
"Snape tenía razón, ha terminado sola" Murmuraban unos cuantos, aunque sin éxito de alcanzar la atención de la adolescente, por más que ella les escuchase.
Estaba en paz por primera vez en mucho tiempo, se sentía realmente bien. Pero algo, mejor dicho, alguien, le interrumpió.
Alzó la cabeza con el ceño fruncido, encontrándose con los famosos Merodeadores, sus amigos.
Nadie era consciente de la alegría que ella sintió de golpe. Para ser honestos, creía que le mandarían a la mierda y nunca más le volvieran a hablar. Siempre le pasaba, y cuando tenía esos bajones tenía miedo de que sus únicos amigos se dieran cuenta de la persona tan horrible que era a través de sus propios ojos.
—¿Nos podemos sentar? —preguntó Sirius con una sonrisa—
Ella asintió haciéndose a un lado del sofá para que pudieran caber los cinco.
Hubo un gran silencio cuando los chicos fueron a beber su bebida. Un silencio incómodo por primera vez desde que se conocían.
—Lo siento. —ella se atrevió a empezar horriblemente nerviosa— Os lo puedo explicar, tenéis derecho a que lo haga.
—No hace falta. Aguantamos a lunático cuando se pone de mal humor, Peter cuando no tiene chucherías y a Sirius cuando es demasiado egocéntrico. —bromeó el de gafas—
—Y a James cuando Lily le rechaza por milésima vez en el día. —añadió Sirius divertido haciendo así que ella sacara una sonrisa— Por cierto, que sepas que me ha ofendido, cornamenta.