Conocía a los Merodeadores, y realmente no sé llevaba bien con ellos pero, ¿quién diría que gracias al profesor Slughorn sería parte de los Merodeadores? ¿Quién diría que gracias a este profesor, ella acabaría totalmente enamorada del castaño con ex...
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"Am I being selfish?"
La luna llena pasó.
Remus tuvo esperanza de que la rubia llegara a la enfermería como cada vez después de sus días. Pero eso no sucedió, por lo menos eso pensó.
La misma noche que fue llevado y curado a enfermería, ella fue y se durmió. La mañana siguiente se despertó temprano para irse, pero después de todo, estaba preocupada por él.
El castaño salió de la enfermería para ir por el castillo. Sus amigos estaban levemente enfadados con él aunque no supieran del todo lo sucedido. De todas maneras, quería estar solo.
Las dos rubias estaban debajo del árbol en el lago negro.
—No hacía falta que estuvieras conmigo, Marls. Estoy bien.
—Lo sé, pero también quería pasar más tiempo contigo.
Ella sonrió mientras acariciaba a su gato y garabateaba en su libreta.
—¿Qué escribes?
Suspiró, para acto seguido enseñarle el contenido.
Mientras la chica leía, fruncía el ceño.
—Ate, Remus te adora.
Volvió a suspirar para cerrar la libreta.
—Entonces, ¿por qué dijo todo eso?
—Quizás estaba enfadado o cansado.
—Siempre lo tengo que pagar yo.
Le miró con tristeza.
—¿Qué harás ahora? ¿Hablarás con él?
—¿Debería?
—Os queréis, vosotros mismos os lo habéis dicho.
—Quizás debería.
—Claro que sí. —dijo dándole la mano—
—¿Cómo vas con Dorcas?
—Genial. —sonrió— Gracias por preguntar. También deberías hablar con Lily, sois como hermanas. Peleasteis una vez por algo que no me acuerdo, pero sé que fue horrible.
La rubia rio.
Por otro lado, el castaño daba mil y una vueltas a su cabeza.
Los engranajes se podían escuchar a la perfección, cuando después de casi una hora, distinguió a la perfección ese pelo rubio y rizado.
Se puso igual de nervioso que el primer día cuando el profesor Slughorn les puso de compañeros junto a sus amigos.
—Hola. —habló con dificultad a la hora de mirarle—
—Hola...
—¿Podemos hablar? —dijo mirando a cualquier lado menos a él—
Asintió, para así ir a un pasillo secreto. Recorrieron el castillo a través de esos, hasta que llegaron al sitio donde las bromas ocurrían.
