Conocía a los Merodeadores, y realmente no sé llevaba bien con ellos pero, ¿quién diría que gracias al profesor Slughorn sería parte de los Merodeadores? ¿Quién diría que gracias a este profesor, ella acabaría totalmente enamorada del castaño con ex...
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"Hogsmeade"
Las semanas habían pasado, y antes de que se diera cuenta, ya era tres de Noviembre.
Halloween pasó y ella hacía lo qué solía hacer desde que su hermano la dejó de lado. Solo comía chucherías y leía libros de terror y algún que otro cómic, habían hecho una fiesta de esta festividad pero decidió no asistir.
Era Sábado, y había quedado con Pandora y Regulus ir a Hogsmeade juntos. Por cierto, estos dos se disculparon con su amiga por no haberle hablado ya que estaban ocupados, tal arrepentimiento tenían que se les ocurrió esa idea, y otra que no sabría hasta dentro de un no tan lejano futuro.
Los amigos habían decidido que se encontrarían ahí ya que Regulus iría con sus amigos Slytherins que las dos rubias detestaban y la chica Malfoy aprovechó para ir con Xenòfil. Eso lo sabía la Gryffindor y no le importaba en absoluto, al contrario, estaba feliz.
La rubia iba hacia los carruajes que les llevaba a su destino mientras leía. Sonrió en forma de saludo a un Thestral para luego subirse.
Estaba leyendo de lo más tranquila, no molestaba a nadie y nadie le molestaba a ella.
—¡Lovegood!
Ella cerró los ojos.
Todo era demasiado bonito. Pensó.
Levantó la vista algo molesta.
—¿Si?
—¿Podemos? —el de gafas señaló el carruaje—
Ella simplemente asintió para volver a su mundo de romance muggle. Remus se sentó a su lado para tener en frente a los restantes Merodeadores.
Resoplaba cuando algo del libro no le gustaba mientras fruncía el ceño, negaba con la cabeza cuando no le gustaba por dónde iba la trama... Todo eso se lo guardó Remus en su mente, todas las muecas que ella hacía por detalles, como marcaba frases que le gustaba o como escribía sobre el libro con un lápiz muggle.
Sus amigos aprovechando que ella no prestaba ningún tipo de atención, molestaban lo máximo que podía al castaño. El les regañaba como podía, rodaba los ojos o simplemente seguía con la lectura que también estaba haciendo.
El carruaje frenó y la chica se levantó de golpe recogiendo todo saliendo la primera, pero antes de permitirse caminar para ir dónde ella y sus amigos habían quedado, se dio el lujo de girarse.
—Felicidades, Black. —le sonrió levemente para luego emprender su camino—
Lo cuatro chicos quedaron impresionados, sobre todo el susodicho, pensaba que le odiaba, que no le aguantaba. Eso era cierto, pero después de un corto tiempo, se dio cuenta que no eran tan horribles como creía.
