Capítulo 3.

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"Friends

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"Friends... Maybe"

La chica admiraba cada movimiento que Remus hacía, le parecía curioso que cada mañana se hacía aquellas tostadas cortadas en cuatro triángulos aunque todos iguales.

Quería probar aquella tostada, a ver si estaba tan buena como parecía, pero respetaba lo que los demás hacían y nunca había visto a nadie más hacer aquel desayuno, por lo que pensó que era solo de él, algo único, por lo tanto, se quedaría con las ganas, al menos por ahora.

Minutos después se encontraba corriendo por los pasillos, gracias a que su mente divagaba, como siempre, volvió a llegar tarde. Ninguna novedad para nadie a decir verdad.

La puerta de las mazmorras se abrió de golpe, todos los alumnos se giraron para ver a la rubia, algunos murmuraban, otros reían. Ella pedía perdón en voz baja por el gran golpe que dio.

—Profesor, verá... —empezó su pequeña excusa—

—Señorita Lovegood, no hace falta que me dé de sus excusas. —le frenó el profesor Slughorn divertido— Ve a sentarte con el señor Black.

Bufó y se fue a sentar con él mientras murmuraba cosas algo molesta.

—Hola, Lovegood. —dijo el pelinegro divertido—

Ella rodó los ojos.

Se fijó en como los demás merodeadores estaban detrás de ellos dos, haciendo que vuelva a bufar. Empezó a prestar atención, pero rápidamente desconectó.

La clase terminó y rápidamente se fue, olvidándose uno de sus libros mas preciados, aunque no se dio cuenta, Remus Lupin si. Cogió este y lo guardó en su mochila para dársela en cuanto pueda.

Las clases pasaron, algunas más aburridas que otras, pero en todas ella escribía en su pequeña libreta, ahí se dio cuenta de que tendría que conseguir otra.

Antes de ir a comer la rubia fue a su habitación a dejar las cosas. Cuando bajó, se encontró con sus mejores amigos, nótese el sarcasmo.

—Espera. —escuchó cuando se iba a ir—

Se giró encontrándose con Remus. Frunció levemente el ceño antes de acercarse un poco a él.

—Antes te has olvidado de esto. —dijo mientras sacaba el libro de su mochila—

—Merlín, gracias. —le sonrió cogiendo el objeto— Te debo una. Gracias, Lupin. —dijo dándole una sonrisa para luego irse—

Cuando el castaño se giró, se encontró a sus amigos dando besos en el aire. Sirius estaba girado abrazándose a si mismo haciendo como si se estuviera enrollando con alguien.

—Muy maduros. —dijo él mientras iba hacia su habitación, sus amigos le seguían mientras le molestaban—

La comida fue de lo más tranquila posible, de echo, para Atenea todo el día fue de lo más tranquilo, y lo agradeció a decir verdad.

Aprovechando que esa tarde no tenían clase, fue al lago negro, cogió un cárdigan para ponerse encima ya que el frío empezaba a notarse. También cogió las cosas para hacer deberes, su libro favorito y su pequeña libreta.

Se sentó debajo del árbol para empezar sus deberes, que aunque no tenía muchos, quería empezar a adelantar.

Estuvo un buen rato ahí, tranquila. Le extrañó no ver a Regulus ni Pandora, pero tampoco le dio mucha importancia.

Empezó a escribir en su libreta, todo lo que pensaba y sentía. Poco después apareció su pequeña mascota.

—Hola, Tom. —decía mientras cogía al pequeño gato blanco con una sonrisa— La personas son crueles, ¿no crees? —le contestó con un maullido— Pienso lo mismo, pequeño. —dijo acomodándolo y poniéndolo en el hueco de sus piernas cruzadas— No saben lo que es sufrir, ¿verdad? La gente insulta y se quedan tan anchos. Como los Merodeadores, hacen bromas y se quedan tan felices. Algunas son divertidas, pero otras no tanto. Supongo que la suerte que tengo es que soy de su casa y soy mejor amiga de Lily, si no, estoy segura que me caerían mil y una. —hizo una pequeña pausa para admirar el paisaje mientras acariciaba a su mascota— ¿Crees que sentirse solo es bonito? Yo creo que es triste sentirse así, ¿no? Sientes que no tienes a nadie, aunque probablemente personas te rodeen. Me está pasando eso, me siento sola aunque tengo amigas, pero también creo que estar solo es una belleza más, ya sabes, tratas de conocer más de ti mismo, y demás. —suspiró— ¿A quien engaño? Estoy hablando con un gato. —rió al darse cuenta de tal estupidez y luego el mismo le contesto en un maullido algo enfadado— Tienes, razón, perdón. —dijo riendo para luego darle un beso—

Pasos escuchó cerca suya. Giró la cabeza para ver de quien se trataba.

—Hola, Remus. —dijo algo extrañada pero con una sonrisa—

—Hola. —le devolvió el gesto—¿Puedo sentarme?

No mentiría le extrañaba mucho que el chico fuese con ella, en vez de preguntarle eso, creía que le insultaría o algo así, sabía que no era de esos, pero la gente te puede sorprender, siempre pensaba eso. Además estaba muy acostumbrada que pasasen por su lado y le dijeran de todo.

Remus notó como ella fruncía el ceño, parecía confundida.

—¿Estás bien? —preguntó un Remus confundido—

Ella se giró hacia él, asintió forzando una sonrisa.

—Si, solo... Déjalo. —rió nerviosa sin saber el motivo y se movió para que este se sentase, parecía que había captado el mensaje, pues dejó la mochila cerca suya y se sentó— Creerás qué estoy loca.

—Dudo que eso pase. —dijo mientras cerraba el libro—

Ella suspiró.

—Cada vez que alguien se me acerca no es para decirme algo bonito. No sé si me explico. Pero, ¿sabes? —se giró hacia él con una pequeña sonrisa— No importa, son cosas mías.

Hubo un silencio, aunque no muy incómodo.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Claro. —ahora el castaño estaba algo confundido—

—¿Porqué has estado conmigo? Quiero decir, ¿porque aquí?

—¿Te molesto? —ya estaba recogiendo—

—¡No! No hace falta. —dijo para parar lo que él hacía— Solo curiosidad. —le sonrió levemente—

—No lo sé. Me apetecía estar aquí, y tu también estabas aquí así que... —de la nada se puso nervioso—

—Tranquilo —rió levemente— Está bien.

La pequeña charla se dio por terminada cuando ella cogió su libreta empezó a escribir y él a leer.

Tom fue con Remus, ella ni siquiera se dio cuenta.

El castaño le empezó a acariciar y a jugar con él. Después de una hora aproximadamente, ella dejó de escribir, iba a acariciar a su mascota pero no la encontró así que giró su cabeza para encontrarse con el pequeño gato blanco y con los ojos azules estaba recostado en las piernas del chico con ojos color avellana.

No quería molestar, se veían realmente a gusto, pero se tenía que ir.

—Debería irme. —dijo llamándole la atención y recogiendo todo— Y también debería de llevarme a ese pequeñín. —dijo señalando al felino—

Y esa fue la primera interacción de ambos adolescentes, pero estaba claro que no es la última. Quizás en un futuro no tan lejano, ambos podrían terminar siendo amigos, después de todo, no eran tan diferentes como creían.

ʟᴏᴠᴇʀ - ʀᴇᴍᴜꜱ ʟᴜᴘɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora