Conocía a los Merodeadores, y realmente no sé llevaba bien con ellos pero, ¿quién diría que gracias al profesor Slughorn sería parte de los Merodeadores? ¿Quién diría que gracias a este profesor, ella acabaría totalmente enamorada del castaño con ex...
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"Oh ok... You're asking me the question"
Ya era tres de noviembre, y todos estaban emocionados. Sobre todo tres personas en específico.
La chica estaba en la habitación de los chicos. Dejó la tarta que prometió a un lado, mientras abría las cortinas de sus amigos.
Oyó quejidos.
—No os quejéis, que os he traído tarta.
—Amo los cumpleaños.
Ella rió mientras los chicos despertaban.
—Feliz cumpleaños, canuto. —dijo una vez que terminaron de cantar el "cumpleaños feliz"—
—Gracias, lunática. —sonrió para soplar las velas—
Se sentó en la cama del castaño para comer la tarta.
—¿Qué habéis preparado para mi cumpleaños? —sonrió inocente—
—Yo tengo cosas que hacer. —declaró la rubia— Y no, no es para prepararte ninguna fiesta, Sirius, no te emociones.
—Claro, lo dices para disimular.
Ella rodó los ojos.
—Si no es eso, ¿por quién nos has cambiado?
—Por Merlín, qué exagerados. Iré con Alice y Dora a dar una vuelta.
—¿Dora?
—Pandora. —aclaró— Pero en fin, iré con ellas.
—Pensaba que no hablabas con Pandora.
—No lo hacíamos, pero ahora hemos vuelto a hablar, todo debido a que me preguntó algo de la clase.
Las chicas aparecieron.
Marlene fue directa a la tarta. Las demás no tardaron en hacer lo mismo.
Estuvieron hablando durante horas y haciendo bromas, evidentemente.
No hicieron nada interesante en lo que quedaba de mañana, ya que era algo tarde.
La chica se dirigió junto a la castaña al lago negro para encontrarse con su amiga. Ella les saludó cuando las vió.
—Pensaba que estarías con Sirius.
—Puede vivir sin mí un par de horas.
Se dirigieron al bosque prohibido para caminar.
No tenían problema para hacerlo, les daba igual que estuviera prohibido, sabían que ellas podrían con cualquier cosa que apareciera. Eran conscientes que eran unas brujas excelentes y eso les alegraba, aparte que les llenaba un poco el ego.
Hablaban con tranquilidad, hasta que vieron unas preciosas flores.
Después de asegurarse que no eran venenosas, se dedicaron a hacer coronas, la Ravenclaw se aseguró de enseñarles bien a como hacerlo.
