12| Lo que necesitas

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VALENTINA

Ha pasado poco mas de una semana desde que estuve con Sam en aquel banco y no puedo sacármelo de la cabeza. Su voz, sus caricias, su silencio. No me gustaría admitir en voz alta que he pensado en ello a cada momento del día. Siento que se debe a la paz y a la seguridad que me brindó desde el momento en el que me hizo reír. Realmente no se como sentirme al no conocer al Sam Walker del que todos hablan. No veo a ese Sam frio, borde y sin sentimientos que todos me han pintado. No veo a ese Sam vacío. Alguien se equivoca, pero todavía no se quien lo hace.

Me siento agotada, pero me obligo a dar el 100% de mi, como siempre. Después de dar vueltas por mi habitación como una peonza decido ponerme a limpiarla. No está sucia, pero necesito mantenerme ocupada. A medida que el tiempo pasa y se me olvida todo aquello que me empieza a pesar psicológicamente, me siento con mas energía y cuando acabo de limpiar marco el teléfono de Kaela.

—Buenos dias.

—¿Me acabas de despertar?

—En media hora paso a buscarte, avisa a las chicas, vamos a la playa.

—Trae café.

—Hecho. —le mando un beso apurada y bajo casi corriendo hasta el coche y en media hora justa estoy en la calle de la casa de los Harrison. Las tres me esperan en la puerta con cara de odiarme. Parece que podrían dormirse de pie. Toco el claxon del coche y suben a este sin decir ni una sola palabra. Les doy un vaso de café a cada una y subo el volumen de la musica.

Pongo rumbo a la playa de Santa Monica y a medida que vamos llegando las chicas van cogiendo mas energía. Cuando llegamos lo primero que hago es quitarme la ropa y correr hasta tirarme de cabeza al mar. Siento que me puedo derrumbar en cualquier momento y necesito descargar mi energía de otra manera. Me siento saturada. No me siento yo. Salgo del agua pasándome las manos por la cara acercándome a las chicas y es Julia la que habla.

—¿Tu estas bien de la cabeza? —se rie y yo me rio cuando Zoe pasa por mi lado corriendo y hace lo mismo que he hecho yo.

—Dios las cria y ellas se juntan. —esa frase sale de la boca de Kaela y las tres nos reímos a la vez.

Pasa un rato hasta que Kaela y Julia se meten. Hablamos durante un buen rato cerca de la orilla y cuando decidimos salir del agua y tumbarnos a tomar el sol lo primero que hago es dormirme. A veces me sorprende la facilidad que tengo de hacerlo, en cualquier lugar, en cualquier postura y en cualquier circunstancia. Ir conmigo es como llevar a un perezoso y a un ornitorrinco encima, es decir, un animal que duerme 20 horas al dia y otro que es el mas enérgico que existe. No se cuanto tiempo duermo, pero cuando abro los ojos por el susto lo que veo es un culo o mejor dicho un bañador, de hombre. Y unos brazo rodeando mis caderas.

—Buenos días, rubia. —en cuanto Noah acaba la frase me coge con sus manos por la cintura y me tira al agua. Saco la cabeza del agua y me paso las manos por la cara mientras suspiro y le doy la espalda a Noah que está entrando en el agua con una sonrisa de oreja a oreja. —¿Enfadada?

Me doy la vuelta y como se ha acercado me engancho a su cuello. Mi intención es ahogarlo, pero no he contado con que me saca cuatro cabezas y pesa el triple que yo. Asi que si, no lo consigo y su sonrisa se ensancha mas, si es que eso es posible.

—¿Puedes hacer como que te ahogas? —solo me queda arrastrarme así que eso hago. Tarda unos segundo pero al final finge que le ahogo aunque el, yo y todo el mundo que nos esté mirando sepa que esto es imposible. Cuando sale me zafo de su cuerpo y intento correr, pero me alcanza y con sus manos sujetando mi cuerpo en el aire, veo a Sam a la vez que temo por mi vida. Veo a Sam sin camiseta. A Sam con gafas de sol. A Sam mirándome, o mejor dicho, mirándonos.

Ya no nos queda tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora