VALENTINA
—Princesa. —la voz de Ethan suena como una caricia, mis ojos se llenan de lagrimas y aprieto los labios evitando sollozar. Sabia que estaba aguantando demasiado sin derramar una sola lagrima. Si algo se es que uno de mis fallos es llorar ante la frustración. Cuando me siento tan frustrada o con tanta presión tiendo a llorar y eso no siempre me gusta. —No estas bien.
Y como negarlo no me va a servir de nada se lo cuento todo. Desde la noche en el mirador hasta su actitud de esta mañana. Se lo cuento con la intención de que hacerlo me libere un poco la presión que siento en el pecho, pero no pasa.
—Siento que nadie le entiende.
—Valentina, quizá ellos no saben ni la mitad de lo que tu sabes sobre Sam.
—Eso no significa nada, si Sam se ha abierto conmigo es porque he intentado tener paciencia. He intentado no rendirme, porque se que tiene mucho mas que dar de lo que la gente se cree. Siempre le dejan su espacio y es lo que Sam no necesita. Sam no necesita espacio. Sam necesita que le escuchen, le abracen y le digan que todo va a salir bien.
—Valentina, aunque puedas tener toda la razón del mundo, no puedes justificar sus acciones intentando entender el porqué lo ha hecho. Te lo he dicho miles de veces, acabaras por justificar cosas que no tengan justificación y te vas a hacer daño.
—Se que la actitud de Sam hoy no me la merezco, pero...— no me deja acabar la frase.
—No hay pero, Valentina. No te la mereces y ya, tienes que saber poner el freno. —asiento con la cabeza aunque se que no puede verme y seguimos hablando durante unos minutos mas en los que estoy mas puesta en pensar en Sam que en lo que me está contando Ethan y parece darse cuenta porque enseguida me dice que tienen cosas que hacer, que descanse y que todo estará bien. Y aunque lo intente, esas palabras ahora mismo no me sirven de nada. No soy consciente de lo mucho que me bloquea a nivel personal el no entender el porqué de las cosas.
✶
Cuando me levanto al día siguiente siento todos los músculos de mi cuerpo contraídos. Me quedé dormida en la alfombra y siento como si me hubiese pasado un tractor por encima. La luz entra por los ventanales de la habitación y tengo que hacer un esfuerzo para levantarme del suelo. Me enfundo un conjunto de deporte y aunque esta tarde tengo entreno salgo a correr. Al pasar por el piso de Sam me paro a mirar si hay alguna actividad, pero no la hay. Lo mismo pasa cuando llego al entreno y su coche no está donde suele estar. No hay ni rastro de Sam. Me digo a mi misma que al salir estará, pero no pasa. Al salir el espacio de su coche sigue vacío. No se que está pasando, pero no me gusta nada. No se hasta que punto Sam necesita espacio. El pulso se me acelera y tras salir del aparcamiento el nombre de Kaela ilumina la pantalla de mi coche.
—Hola Tina. —no me deja contestarle porque habla de nuevo. —¿Puedo hacerte una pregunta?
—Dime.
—¿Sam está contigo? —frunzo el ceño. ¿Acaso Kaela tampoco sabe donde está Sam?
—¿Conmigo? No.
—Vale. —suspira como si estuviese corriendo una maratón. —No te preocupes, está todo bien.
—Kaela.
—Suele irse unos días sin decir nada a nadie, solo quería confirmar que no estaba contigo.
—Esta mañana no estaba en su casa y hoy no ha venido a la academia.
—En unos días volverá. No te pongas nerviosa. —pero su voz suena mas nerviosa de lo que quiere aparentar. Intento que mis pensamientos negativos no influyan en Kaela, pero en lo primero que pienso es en que ella sabia que con lo que pasó ayer existía esta posibilidad y aun así no lo detuvo. Entiendo que no se trata de culpas, pero no puedo evitar sentirlo de esta manera.
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Ya no nos queda tiempo
RomanceValentina no tiene miedo de empezar su vida de cero. Hace pocos años que dejó el miedo a un lado y decidió quererse ante todas y cada una de las situaciones. Lo que no tenia planeado era conocer a Sam Walker en el viaje de camino a Los Ángeles. Sam...