17| Mas de el

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VALENTINA

Que Kaela y Ethan hayan congeniado tan bien me deja de gustar cuando se alían para convencerme y llevarme a una fiesta. Realmente no es que la idea me desagrade del todo, sobretodo porque se que a Ethan le va a venir bien, pero no es el plan que yo habría elegido para pasar la noche. El jardín está repleto de gente hablando y riendo con vasos llenos en las manos. La música resuena por toda la urbanización. Subimos las escaleras que dan paso al interior de la casa y con solo asomarme por la puerta mis ganas de salir corriendo aumentan, pero me agarro con fuerza del brazo de Ethan y entramos.

Enseguida Noah aparece en mi campo de visión y sonrío mirándole, el también lo hace.

—No te esperaba por aqui, rubia.

—Yo tampoco me esperaba aquí y mírame. —miro a sus lados pero no hay ni rastro del moreno.

Sin el buenorro esto va a ser mucho mas difícil de soportar.

Odio a mi conciencia. Con todas y cada una de las letras.

Noah y Ethan se saludan como si fuesen amigos de toda la vida y en ese momento Kaela se posa enfrente de mi y me estira del brazo. Me intento agarrar al brazo de Ethan o de Noah pero es imposible. Bufo y me dejo llevar por la morena. Una vez entre la multitud y con ella bailando enfrente de mi con una sonrisa de oreja a oreja no me queda otra que seguirle el royo. Muevo las caderas al compas de Kaela mientras nuestras manos se juntan y nuestras sonrisas no caben en nuestra cara. No existe nadie a nuestro alrededor, solo estamos Kaela y yo, reímos, bailamos y cantamos una frente a la otra como si nos fuera la vida en ello. Como si la vida se acabase después de esto.

Varias canciones después nos hacemos paso entre la multitud hasta llegar a la salida. Localizamos enseguida el pelirrojo de Zoe y a su lado, Julia. Las dos hablan animadas con un grupo de chicos. Al acercarnos lo único que puedo hacer es sonreír a modo de saludo, estoy agotada. El rubio de la otra noche en la playa me dedica una sonrisa perfecta y vuelve a la conversación.

—Vuelvo en un rato. —ha pasado un rato desde que estamos aquí fuera, pero empiezo a tener frio y a querer irme a casa de nuevo. Vuelvo a sonreír a modo de despedida y cuando entro a la casa la mayoría de la gente ya no baila sino que forma un circulo mientras gritan, silban y aplauden. No se como logro meterme entre tantas personas. Me he llevado unos cuantos codazos y otros tantos insultos, pero siento que se me para al corazón cuando veo a Sam bailar en medio del circulo como si su cuerpo fluyese al compas de la musica. Si mi sorpresa no había sido suficiente quien hace una voltereta al aire y cae a su lado me hace abrir la boca de par en par. Sam sonríe a Ethan. Ethan sonríe a Sam. Una sonrisa cómplice, como si llevasen toda una vida bailando juntos.

Ninguno de los dos me ve, pero cuando la música para y la gente se disipa, Ethan me localiza enseguida. Abre los brazos como si me quisiera abrazar, pero niego con la cabeza. Está empapado de pies a cabeza, no hay ni un solo músculo que, en este momento, no esté sudado.

—Estás empapado. —Ethan sonríe bajando los brazos y da unos pasos hacia mi. Se inclina y me habla, casi gritando, en el oido para poder escucharlo por encima de la musica que vuelve a sonar a todo volumen en la sala.

—Me ha preguntado por ti. —frunzo el ceño y señala con la cabeza por donde ha desaparecido Sam hace unos segundos.

—¿Por mi? ¿Para que?

—Simplemente ves Valentina, que mas da para que, ha preguntado por ti. —asiento y me aparto de el para seguir el camino de Sam. Dejo el vaso que llevo en las manos en el primer mueble que encuentro y camino hasta visibilizar la espalda desnuda de Sam en la cocina.

Entro en esta y no me doy cuenta de que está acompañado hasta que unos ojos furiosos acompañados de una melena negra recogida en una coleta perfectamente peinada me devuelven la mirada. Vuelvo la mirada a Sam y trago saliva tras sonreír levemente.

—Perdón no sabia que... —antes de salir por la puerta la mano de Sam me envuelve la muñeca. Me giro de nuevo para mirarle y a la vez que lo hago la chica sale de la cocina echa una furia. Me acerca a el y cuando cree que estoy lo suficientemente cerca, suelta mi muñeca como si le quemara. Se recuesta en la encimera y hago uso de todas mis fuerzas para no deslizar la mirada sobre sus hombros y su pecho desnudos.

—Te estaba buscando.

—Me lo ha dicho Ethan. —asiente levemente y siento que mi estomago da vueltas sin parar. No es la primera vez que Sam y yo compartimos un mismo espacio estando los dos solos, pero esta distancia me parece poco prudente. Cuando sus ojos se deslizan a mis labios siento la necesidad imperiosa de apartar la mirada si no quiero acabar rogándole a Sam que subamos al cuarto de baño. Sus hombros brillan por el sudor y su pecho también lo hace. Mechones de su pelo caen sobre su frente mojados y un cosquilleo en la mano me obliga a apartárselos. Sus ojos vuelven a los míos y hablo.

—No sabia que bailabas así.

—¿Así como, ojos azules? —alarga sus manos posándolas en mis caderas y acercándome mas a el. Su cara está tan cerca de la mía que no puedo evitar el escalofrío que me recorre el cuerpo.

—Es...—me quedo sin habla. No se que decir. No puedo pensar con su pecho desnudo pegado a mi fino vestido. Con su respiración tan cerca de la mía. Creo que puede notar las sacudidas de mi corazón. —Increíble. —y no dice nada mas porque pega sus labios a los míos. Al principio es un beso dulce, pero cuando su lengua se adentra mas allá de mis labios y toca la mía, la dulzura desaparece por completo.

Se me va a salir el corazón por la boca.

Enredo mis brazos en su cuello atrayéndolo mas a mi cuerpo, esperando que este beso me alivie, pero el miedo comienza a crecer en mi interior porque se que tendrá que acabarse en algún momento. Sus brazos rodean mi cuerpo y siento que necesito mas. Mas de esto. Mas de el.

—Tu si que eres increíble, ojos azules.

Ya no nos queda tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora