SAM
Noah se despide de Kaela pegando sus labios en la frente de la morena y a mi me agarra del cuello por detrás queriendo abrazarme, pero no dejo que lo haga. Sube a su habitación y Kaela y yo nos quedamos solos en el sofá.
—¿Que tal estás? —parece que le da vergüenza preguntar. Y la entiendo porque llevo años sin ser sincero con ella, al menos no del todo. No quiero pensar que Kaela está preocupada por mi, ella tiene sus problemas y saber los mios no le ayudaría en nada.
—Mejor. —me resulta extraño lo sincera que suena mi voz.—¿Tu estás bien?
—Estoy bien. —apoya la cabeza en mi hombro y suspira.
—¿Te lo has pasado bien hoy?
—Si, pero esperaba que Valentina viniera en algún momento. —suspira al decirlo y yo cojo aire rodeándole los hombros con mi brazo y acercándola mas a mi.
—¿Te sientes muy bien con ella, verdad?
—Julia y a Zoe son mis amigas desde hace mas años de los que podría recordar, pero la conexión que tengo con Valentina no la había sentido con nadie nunca. Es raro. Siento que cuando no es con ella al lado no lo disfruto tanto.
Eso es lo que causa Valentina Moore en la vida de la gente.
—Te creo.
—¿Tu has ido a verla no?
—Si, te lo he dicho al irme.
—¿Estaba bien?
—Hoy estaba un poco decaída, pero llámala y te lo contará mejor
—¿Te sientes bien con ella?
—Hacia tiempo que no me sentía tan cómodo con alguien.
—Tiene algo que le gusta a todo el mundo. Todo el que tenga la oportunidad de conocerla creo que se sentiría como nosotros.
—Es Valentina.
—Y te gusta. —sonríe mirándome y solo puedo negar con la cabeza.
—Kaela.
—Sam, no es nada malo.
—Sabes que yo...—no me deja acabar la frase porque sigue hablando con una sonrisa que le llega a los ojos.
—Lo sé porque yo también lo siento. No me malinterpretes, no me gusta Valentina, pero sabes que aunque siempre estoy con una sonrisa en la cara por dentro estoy cada vez un poco peor. Hacia años que no sentía lo que es querer que alguien te conozca y te elija. Y con ella lo he sentido, lo siento a cada momento que estamos juntas.
Una sensación rara se instala en mi pecho. Alegría. Por ella, por Kaela, por ver como poco a poco da mas pasos hacia adelante, pero también por Valentina, porque me doy cuenta de lo mucho que llena a la gente de su alrededor y eso solo hace que mi corazón se acelere.
—Yo también siento que quiero abrirme. Quiero que me conozca y quiero que me elija. Creo que quiero aceptar su ayuda, quizá me venga bien.
—Si ella te tiende la mano, hazlo, inténtalo. Sabe lo que hace.—me mira a los ojos con un brillo que hacia meses que no veía en los ojos de Kaela.
—Tu también deberías intentarlo.
—Lo haré. —pego mis labios a su cabeza y cierro los ojos cogiendo aire.
—Le daré lo que quiere. Exclusividad. No me lo ha pedido, pero tengo que aprender a dejar de huir por miedo y que ese miedo me lleve a hacer cosas que puedan hacerle daño a ella.
—Va a ser ella quien te de el empujón que necesitas para salir de la mierda de la que no quieres hablar.
—Yo también creo que va a ser ella.
Creo que Valentina es la única capaz de hacerlo. Nunca he llegado a experimentar este tipo de sensaciones, pero con solo hablar de ella, pensar en ella o de todo lo que me hace sentir cuando estoy a su lado, se que es la persona que mas calma me puede llegar a dar. Valentina me ha hecho darme cuenta de que aunque hay veces que pensamos que podemos solos, llega un punto en el que ya no podemos hacer mas por nosotros mismos y necesitamos la ayuda de alguien para salir de donde quiera que estes metido. Y eso no nos hace mas débiles. Ni peores personas.
Conduzco hasta llegar a su casa. La luz de su habitación está apagada. Cojo el móvil y tecleo. Quizá tenga suerte.
OJOS AZULES
¿Estas despierta?
Estoy en la puerta de tu casa.
Espero unos minutos por si recibo una contestación o la puerta de la entrada se abre, pero no ocurre nada.
Buenas noches, ojos azules.
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Ya no nos queda tiempo
RomanceValentina no tiene miedo de empezar su vida de cero. Hace pocos años que dejó el miedo a un lado y decidió quererse ante todas y cada una de las situaciones. Lo que no tenia planeado era conocer a Sam Walker en el viaje de camino a Los Ángeles. Sam...