42| ¿Entonces...te vas?

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VALENTINA

—¿Así que un ser de luz? —si algo no le gusta a Noah es expresar con palabras lo que siente. No hay cosa que le de mas vergüenza que eso. Me rio y el niega con la cabeza mientras se pasa una camiseta por la cabeza.

—Es un bocas.

—No digas eso, pobrecito.

—Pobrecito. —intenta imitar mi voz y le lanzo uno de los cojines que tengo a mano y se lo tiro.

—Eres como...inútil. —me hace la peineta y coge las llaves del coche.

—Que raro que no estes con el. —ha pasado de estar bien a estar enfadado de un momento a otro.

—¿Porque debería estarlo?

—Es lunes por la mañana.

—No hay que ser muy listo para llegar a esa conclusión.

—¿Porque no estas con él?

—Porque no estoy siempre con él, Noah. ¿Que te pasa?

—Estas muy ilusionada con esto que tenéis. —frunzo el ceño al no entender que está diciendo, se sienta en los pies de la cama y me mira como si lo único que quisiese hacer es protegerme. Como si la vida le fuese en ello.

—Lo estoy. ¿Es malo?

—¿Nunca te has preguntado porque le conociste en el avión de Australia a Los Ángeles cuando el siempre ha vivido aquí? —trago saliva y niego con la cabeza. Nunca me he parado a pensar en eso aunque tampoco es que me haya importado, podría estar de viaje o alguna otra cosa. No estoy entendiendo lo que me está queriendo decir.

—¿Porque dices eso?

—Creo que va siendo hora, antes de que os hagáis daño. —no me gustan sus palabras. Me levanto de la cama y le miro desde arriba.

—¿Y porque íbamos a hacernos daño, Noah? —sueno mas enfadada que hace unos minutos, pero no puedo evitarlo y tampoco quiero. No entiendo la actitud de Noah y tampoco entiendo porque dice lo que está diciendo.

—Quizá tú a el no vayas a hacerle daño, pero no estoy seguro de que él no vaya a hacértelo a ti. —la indiferencia con la que suelta estas palabras es la que me hace negar con la cabeza y salir de la habitación casi corriendo, encontrándome con Kaela subiendo las escaleras. No paro, no digo nada. Quiero ir con Sam. Necesito ir con el y que me explique a que se refiere Noah.

—¿Donde vas tan rápido? —Kaela ha reculado y está frente a mi en el medio de las escaleras mirándome a los ojos sin entender lo que está pasando.

—Kaela tengo prisa.

—¿Que ha pasado?

—Pregúntale a tu hermano. —bufa y desliza la mirada por encima de mis hombros donde supongo que se encuentra Noah. Me giro y así es, apoyado en el marco de su puerta me mira con el rostro serio y tenso.

—¿Te vas a enfadar por decirte lo que pienso?

—No tienes ningún derecho a decir que Sam me va a hacer daño.

—¿Que Sam que? —me giro de nuevo para mirar a Kaela, que nos mira a los dos extrañada.

—Tu hermano me ha preguntado si Sam me ha contado el motivo de su viaje a Australia y también me ha dicho que debería saberlo antes de que me haga daño. —la mirada de Kaela se convierte en enfado en milésimas de segundos y la sigo con la mirada cuando se posa frente a Noah y pega su dedo en el pecho de este.

—No te atrevas a abrir la boca mas de lo que ya lo has hecho, Harrison.

—Voy a seguir hablando si no es el quien se lo dice.

—Lo hará el cuándo crea conveniente. No tomes decisiones por el y mucho menos hables por el si no te lo ha pedido expresamente. El sabe hacerlo solo. No te metas donde no te llaman.

—Me meteré si eso va a poner en riesgo la situación de absolutamente todos.

—A ti no te va afectar en nada, ni a nadie, ni siquiera tiene porque afectar a Valentina. No te entrometas en la vida de Sam. —niego con la cabeza y sigo mi camino sin decir nada mas. Soy capaz de manetener mis nervios, al menos hasta que me recibe con una sonrisa que le llega a los ojos y con los brazos abiertos. Mientras me acerco a el a paso acelerado me doy cuenta de que pase lo que tenga que pasar y me cuente lo que tenga que contarme, Sam siempre va a tener una parte de mi a su nombre. Sus brazos me rodean con fuerza y pega sus labios en mi cabeza.

—¿Porque estás tan seria? —cierra la puerta a nuestras espaldas y frunce el ceño sin dejar de mirarme. Al pasar por la cocina se me revuelve el estomago por la cantidad de ramos que hay metidos en agua. No hay semana que Sam no me regale una flor y como vivo mas aquí que en mi casa tiene la cocina llena de flores. Me siento en el sofá y cuando el hace lo mismo le miro a los ojos.

—Sam, ¿tu tienes algo que contarme? 

—¿Algo que contarte? —asiento con la cabeza y su mano me acaricia la pierna lentamente mientras niega con la cabeza y intentase pensar a que me estoy refiriendo.

—Noah me ha dicho que me tienes que decir una cosa que me hará daño. —enseguida sabe de los que le hablo, al menos el, porque yo todavía no se nada. Suspira y echa la cabeza hacia atrás apoyado en el sofá. Al ver que no dice nada, hablo de nuevo. —¿Porque estabas en el vuelo que venia de Australia si siempre has vivido aquí?

—Valentina, no te estaba escondiendo nada. Ni yo mismo me acordaba.

—No te preocupes por no habérmelo contado antes, preocúpate por contármelo ahora.

—Fui a Australia porque me llamó una academia. Es de las mejores que hay. Me quieren con ellos. Como profesor y como bailarín. Con ellos podría aprender millones de cosas mas y conseguir mi objetivo. Ser el mejor en lo mio. —es lo ultimo que me esperaba escuchar. Alzo las cejas sorprendida y el me mira esperando una reacción por mi parte.

—Eso es genial, Sam. —sonrío de nuevo y lo hago con un orgullo que no me cabe en el pecho. Me abalanzo sobre el y le rodeo el cuello con mis brazos con toda la fuerza que puedo reunir ahora mismo. Pego mis labios a los suyos con efusividad y el me responde con una sonrisa. Suelta una bocanada de aire como si por un momento se le hubiese olvidado respirar y me rodea con sus brazos posándome encima de el.

—¿Porque no te acordabas?

—No me gusta pensar en ello. Siempre he vivido en Los Ángeles y irme de aquí supondría dejar todo lo que tengo para empezar de cero en otro sitio el cual no conozco.

—A veces eso es lo mejor.

—Sería un año.

—¿Cuando te irías? —las palabras salen de golpe por su boca como si tuviese miedo a decirlas.

—En dos semanas. —le miro a los ojos. Ya no sonrío y el tampoco lo hace.

—¿Pensabas decírmelo?

—Primero tengo que tomar la decisión. No se si estoy preparado para ir.—envuelvo sus manos con las mías, sin apartar la mirada de la suya. Siento como si me tirasen un jarro de agua fría por encima. Ya está. De un momento a otro. Como un chasquido.

—Estás preparado, pero en el caso de que no lo estes, es tu momento para lograr todo aquello que quieres lograr. —no se de donde saco las fuerzas para decir estas palabras. Lo ultimo que quiero es que se vaya. Que el nosotros desaparezca, pero si es por el, por sus sueños, haré todo lo que tenga que hacer para que los consiga.

—Valentina, no hace falta que...—trago saliva esperando a que siga la frase. Sus manos aprietan las mías y una llama de esperanza se instala en sus ojos. —Podemos intentarlo.

—¿Estas dispuesto a hacerlo?

—Estoy dispuesto a lo que sea con tal de que no te vayas de mi vida.

—¿Entonces...te vas? —una lagrima se desliza por su mejilla, otra se desliza sobre la mía y sonrío sin soltar nuestras manos.

—Creo que va siendo hora de darme una oportunidad.

Ya no nos queda tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora