24| Escúchate

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VALENTINA

Un nudo me oprime el pecho nada mas despertarme. Me siento agobiada. Triste. Frustrada. Y no se que explicación darle a estos sentimientos. Me subo las mayas por las piernas; una camiseta negra por el cuello y tras hacerme la coleta me pongo los auriculares. Paso por enfrente de la casa de Sam y aunque me paro y le escribo decido dejarlo pasar cuando se conecta y no recibo repuesta.

Supongo que lo de ayer le dolió mas de lo que creía que iba a hacerlo, ni siquiera pensaba que le dolería, de pensarlo no lo habría hecho. Me obligo a dejar todos los pensamientos a un lado y llego a la playa mas rápido de lo que debería. No se en que momento, pero las lagrimas se han apoderado completamente de mis mejillas. Sorbo por la nariz y me paso las manos por la cara al recibir una llamada de Kaela.

—¿Si?

—¡Tina! —la felicidad de la voz de Kaela me hace sonreír de lado.

—Buenos días pequitas.

—¿Vienes a mi casa? —me quedo mirando a unos niños que juegan a hacer castillos de varios pisos sobre la arena.

—Hoy no me apetece. ¿Mañana?

No se si estar sola es la mejor opción, pero realmente no me apetece estar rodeada de gente, aunque sean ellos. Aunque sea ella. Necesito espacio. Encontrar el inicio de lo que siento y respirar. Tranquila y sola.

—¿Es por lo de Sam? —frunzo el ceño aunque sé que no puede verme y vuelvo a hablar.

—¿El que de Sam? —por un momento pienso que Sam le ha podido contar lo que pasó, pero en cuanto habla se que no sabe nada.

—Que esta noche...—no acaba la frase.

—¿Está bien?

—Si, no es eso.

—¿Entonces qué es? —tener que ir pregunta por pregunta para enterarme de algo me está poniendo nerviosa. Lo fácil que sería decírmelo todo de una vez, pero se ve que hoy Kaela se ha levantado con ganas de jugar al 'Preguntados'.

—Que no ha dormido en su casa.

—Ni siquiera lo sabía.

—¿No te importa?

—¿Debería importarme?

¿Debería importarme?

—Ah, no. —su tono suena confuso, como si no se esperase esa respuesta. Para ser sinceros, la entiendo, yo tampoco me la esperaba.

—Mañana nos vemos, un beso. Pasároslo bien.

—Si después te apetece venir estaremos todos aquí.

—Vale.

—¿Puedo ir a verte?

—Estoy en Malibú.

—¿Que estas dónde? —está sorprendida, cojo aire y lo suelto lentamente antes de contestar.

Estoy agotada. Y no precisamente por haber corrido.

—En Malibú.

—Dime que has ido con coche.

—Corriendo.

—¿Sabes que eso es mas de una hora no, Valentina? —no es a la playa a la que vengo siempre, pero hoy necesitaba mas recorrido, no me bastaba con hacer el que hago cada día.

—Si, lo sé.

—¿Voy a buscarte?

—Vuelvo corriendo, me irá bien.

Ya no nos queda tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora