VALENTINA
Los dos días siguientes hasta poder empezar con las clases sigo yendo por el mismo camino a correr. La playa sigue llena todos y cada uno de esos días, pero ninguno de ellos me encuentro con las chicas, y tampoco con el moreno. Me he encontrado a mi misma pensando en el muchas mas veces de las que me gustaría haberlo hecho. Pero prefiero ignorar ese dato. De momento.
Estoy volviendo al muro, como siempre, cuando el atardecer ya casi es imperceptible. Me parece ver una melena negra y cuando me acerco me doy cuenta de que es Julia, esta sonríe al verme y yo también lo hago.
—¿Esperas a las chicas?
—No, estoy sola. —me siento a su lado y Julia respira tranquila.
—¿Estas bien? —alza los hombros sin apartar la mirada del cielo.
—Eso quiero creer.
—¿Quieres hablar?
—Es lo que llevo intentando hacer durante las últimas semanas, pero no puedo. Es como si no supiese que decir o de que manera interpretar mis sentimientos.
—Te diría que expreses la situación tal y como la sientes. Aunque no tenga linea temporal o sentido. Simplemente habla y deja que todo salga, ya lo ordenaras cuando sea necesario hacerlo.
—No tienen sentido.
—¿Tus sentimientos? —asiente levemente y hago una mueca aunque no me vea. —Todos los sentimientos tienen sentido.
—Las chicas van a venir a mi casa en un rato, ¿te apetece venir? —el cambio de tema me deja claro que no le apetece hablar de sus sentimientos, así que lo respeto.
—¿A tu casa?
—Nos lo vamos a pasar bien.
—Pero...
—A ellas les parecerá genial. —y aunque dudo de ello, su sonrisa me hace aceptar la invitación. Las dos nos levantamos del muro, tras darle mi numero de teléfono, quedamos en que en un rato me pasará la dirección de su casa para que pueda ir en cuanto me arregle. Al despedirnos la pierdo de vista, pero la visualizo de nuevo unas calles atrás esperando al autobús. Paro frente a ella y en cuanto levanta la cabeza se acerca a la ventana del copiloto.
—Antes de que preguntes, mi coche está en el mecánico. —suspira como si lo echase de menos y yo sonrío por el gesto.
—Ven conmigo, me ducho en un momento y después nos vamos. —sus mejillas se tornan rojas, pero abre la puerta del copiloto de manera lenta. Se abrocha y durante el camino no se mueve sobre el asiento, como si le diese miedo romper algo. —No se va a romper.
—Está tan limpio que da miedo.
Nada mas llegar a casa subimos a mi habitación porque mis padres no están y Oliver parece ser que tampoco. Yo me he metido de inmediato a la ducha y Julia se ha quedado en el vestidor mirando con atención cada una de las prendas de ropa que cuelgan de las perchas de este. Al salir con la toalla enredada en mi cuerpo la encuentro ene l mismo sitio en el que la he dejado.
—Me encanta la moda.
—Se nota. —Julia me dedica una leve sonrisa con las mejillas rojas a causa de la vergüenza y yo me pongo lo primero que cojo que me es cómodo. Estoy apunto de cerrar la puerta de casa cuando el coche de Oliver aparca delante de la puerta así que la dejo medio abierta para ue el no tenga que abrirla de nuevo. Julia clava la mirada en mi cuando Oliver se baja de su coche y camina hacia nosotras.
—Te lo va a notar, ponte tranquila. —le susurro para que mi hermano no llegue a oírme. Las mejillas de Julia se convierte en los mas rojo que he visto en meses y su sonrisa se vuelve casi forzada cuando mira hacia le frente, por donde se acerca mi hermano.
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Ya no nos queda tiempo
RomanceValentina no tiene miedo de empezar su vida de cero. Hace pocos años que dejó el miedo a un lado y decidió quererse ante todas y cada una de las situaciones. Lo que no tenia planeado era conocer a Sam Walker en el viaje de camino a Los Ángeles. Sam...