La dueña (1995)
-Televisa
Me doy una buena ducha y luego me meto en el vestidor, tras ver en el reloj digital de la mesita que son las siete de la mañana.
Mi cerebro ya está totalmente «cargado» con la información de esta vida, como si fuera un ordenador que ha empezado a funcionar correctamente una vez encendido, y me resulta curiosamente fácil separar mis dos identidades.
Soy consciente de mi yo real y de lo que le pertenece a la Emma fallecida cuyo cuerpo ahora ocupo. Es asombroso que no me vuelva loca de remate. O quizá ya lo estoy y no lo sé. No importa.
—Es como si hubiera nacido para ello —me digo mientras enciendo las luces del inmenso vestidor de dos plantas, anexo al dormitorio y conectado al baño, y suelto un silbido de lo impresionante que es este sitio.
Cuando logro cerrar la boca y poner en marcha mi cuerpo de nuevo (y no dejo de asombrarme con lo fácil que es moverlo y hacerlo, además, sin dolor, cosa que casi me hace echarme a llorar con ganas otra vez), me paseo como mi madre me trajo al mundo, excepto por la toalla envuelta alrededor del pelo, por las estanterías, baldas y colgadores llenos a rebosar de ropa de alta costura. Desde chándales de Gucci hasta vestidos de fiesta de Chanel.
Yo, que siempre he vestido muy orgullosamente de las tiendas de segunda mano de mi barrio, no me hago a la idea de cómo una persona puede tener tanta ropa y zapatos ni de para qué los necesita.
—¡Pero si esto no lo voy a poder gastar en la vida ni aunque me cambie de ropa cinco veces al día!
Al final, elijo un vestido estilo años cincuenta en azul marino porque me recuerda a los que solía ponerme yo en mi juventud, aunque los míos los cosía mi madre.
Evito mirar la etiqueta de la marca, aunque no sepa muy bien reconocerla y la Emma anterior ni siquiera conozca el precio por el que lo compró tras verlo en uno de esos desfiles de moda a los que solía ir (porque, ¿para qué va a mirar los precios de las cosas siendo tan rica? Esta chiquilla no sabe ni lo que vale una banana ni entiende el valor del dinero en absoluto), y me pongo unos tacones bajos, cómodos y superbonitos, que seguramente costarán más que un año entero de mi anterior salario.
—Lista. Estoy guapísima —sonrío al mirarme en el espejo de cuerpo entero, lanzándole un beso a mi reflejo solo porque puedo—. Ahora solo queda el pelo.
Sintiéndome alegre y coqueta, decido ponerme un par de los productos que encuentro en la estantería del baño y seco el pelo solo un poco con el secador para que el agua no me caiga sobre el cuello y los hombros, sabiendo que tengo unas preciosas ondas naturales que solo necesitan que las deje a su aire, y me pinto los labios, decidiendo no molestarme con más maquillaje porque, aunque sé que a esta Emma no la verían sin maquillar, peinar y sin estar vestida de punta en blanco ni muerta y que ello levantaría sospechas, estoy impaciente por salir y ver a mis hijos, aunque ello me ponga más nerviosa que un canario rodeado de gatos.
—Bueno, es la hora de la verdad. Posponerlo no va a cambiar nada —intento darme ánimos en voz alta, cuadrando los hombros con una seguridad en mí misma que me nace de manera natural.
Cojo el pomo de la puerta, aspiro una bocanada de aire para darme fuerzas y salgo de la habitación pisando fuerte.
¡Lista! ¡Ahora, a ver a mis niños!
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Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦
Romance(+18 a partir del capítulo 40) Morí... ¡y desperté como la villana de mi telenovela favorita! Mi nombre es Emma, y un día, tras morir en un accidente de lo más inesperado, cuando abrí los ojos... ¡era una mujer totalmente diferente! Literalmente. Em...