Capítulo 34

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Adiós, amor mío (1962)

-Telesistema Mexicano (Televisa)


Eric vuelve caminando a paso seguro hacia donde estoy yo con el cabello negro ébano húmedo por la ducha rápida que acaba de darse y vestido con una sencilla camiseta, unos vaqueros y unas deportivas blancas.

Como siempre, está matador y capta toda mi atención en cuanto entra en escena, sacándome de mis morbosos pensamientos.

Camina como lo haría una pantera: de manera lánguida pero poderosa, seguro de sí mismo y arrogante, y no tarda en estar a mi altura, dejándose caer a mi lado y apoyando los antebrazos, tan firmes y atractivos como el resto de él, sobre sus rodillas dobladas.

Me gustaría decir que mi decisión de dejarlo ir no se tambalea al verle, pero eso sería mentira, por mucho que admitirlo me avergüence, porque tengo que ponerme firme conmigo misma de nuevo para no ceder al leve pero persistente «y si...» que resiste mis embates, acurrucándose en el fondo de mi mente para atacarme cada vez que pienso en él.

Y parte de mí, muy a mi pesar, parece estar siempre pensando en él.

No sé si será el legado de la Villado anterior, pero a estas alturas estamos tan fusionadas que ambas somos la misma entidad, así que qué más dará.

Ya apenas hay diferencias entre la Emma que fui en otra realidad y la Emma que habitó una vez este cuerpo antes de que yo lo ocupara.

No en términos de considerarnos personas diferentes, aunque sí lo fuesen nuestros valores y nuestra personalidad.

Los recuerdos de Villado son míos y viceversa. Y me temo que esos recuerdos han llegado a mí con un bagaje, como suele suceder con estas cosas. Y que ese bagaje es la carga de los sentimientos que ella tenía por Eric.

Al menos en parte, porque estoy segura de que el resto de esos sentimientos, esa arrebatadora afinidad que hay entre ambos, le pertenecen a la nueva Emma. La Emma que ha nacido de la fusión de ambas mujeres y la que yo soy ahora mismo.

La Emma que lo desea y que se siente furiosamente atraída por él, como hombre y como persona, y por la vida que podrían tener juntos (pero no pueden).

—¿De qué querías hablarme? —rompo el silencio, tragándome la bilis que me sube por la garganta.

Él se pasa una mano por el pelo, pensativo, y mi mirada se desvía hacia sus bíceps cuando estos se mueven de manera hipnotizadora.

Quizá lo que necesite sea un buen polvo para olvidarme de todas estas malditas hormonas, bromeo conmigo misma.

—Esto es difícil de decir para mí. —Ya. Seguro. Mi mente destila un sarcasmo muy amargo—. Nos conocemos desde hace muchos años.

—Desde que teníamos dos años de edad —lo interrumpo, mordiéndome la lengua y maldiciéndome por haberlo hecho.

Estoy impaciente y temerosa a la vez. Quiero y no quiero que me diga que está enamorado de otra, que siempre lo ha estado, y que debemos dejar de ser ese nosotros que yo apenas he rozado y convertirnos en ella y él, separados.

—Sí —asiente Eric—. Cierto.

Es impropio de él que le cueste hablar tanto de algo. Siempre es firme y directo y rara vez divaga sobre algo, pero supongo que no es fácil para él. No es un cubito de hielo sin emociones y sé que siente, o sentía, algo por mí.

Es solo que eso no es suficiente. No cuando Villado se encargó de envenenarlo y él dejó que ella lo hiciera sin presentar apenas esfuerzo, centrando su atención en los niños y distanciándose de ella cada vez más hasta el punto de pedirle, hace unos meses, que durmieran en habitaciones separadas.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora