Capítulo 41

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A flor de piel (1994)

-Telemundo


—El sexo ha sido genial.

—Sí —ronronea él con satisfacción—. Lo ha sido. Más que nunca. Creo que no habíamos estado tan compenetrados jamás.

Suelto un suspiro de gozo al oírle. Ha sido increíble y me alegra que piense lo mismo. Ambos estamos satisfechos y cómodos con lo que ha sucedido entre nosotros y eso es bueno.

Pero una cosa no quita la otra, porque aunque tenga ganas de no repensar las cosas y dejar de preguntarme qué va a pasar en el futuro inmediato entre nosotros, no puedo.

—Y ahora, ¿qué? ¿Qué pasa entre nosotros, Eric? ¿Dónde nos deja esto?

Mis preguntas rompen el silencio cómodo que se había establecido entre nosotros.

Eric me acaricia el pelo, que se me ha salido del elaborado peinado, apartándomelo de la cara, y su mano acuna mi rostro con una suavidad inesperada.

—No lo sé —me confiesa con la misma honestidad con la que siempre me habla, sin detenerse a recubrir sus palabras con falsedades para ocultar sus miedos ni dar mil vueltas a las cosas. Va directo al centro del meollo como siempre hace, sin medias tintas.

No le dan miedo sus miedos. No se amedrenta, no se detiene a repensar mil veces sus palabras ni siente que tiene que esconderlos.

Me gustaría ser tan valiente como lo es él en estos casos. A mí los miedos, a veces, me asfixian y me hacen un lío la cabeza.

—Honestamente —me armo de valor—, no sé ni cómo me has aguantado todos estos años dada la manera en la que os trataba a ti y a los niños, con esa indiferencia, esos dramones constantes hasta por la más mínima cosa y ese egocentrismo.

Él se tensa y entrecierra los ojos, y la ternura desaparece de ellos para ser sustituida con esa frialdad llameante tan suya, aunque siento que está ofendido por mis palabras de menosprecio hacia mi antigua yo en mi lugar.

—Nunca nos has tratado con crueldad, aunque vivieras tu vida casi al margen de la de los niños o de la mía, excepto cuando querías tener sexo conmigo y venías a buscarme a mi despacho o al dormitorio —dice lentamente—. Si hubiera sido así...

—Si hubiera sido así, nadie habría encontrado mi cuerpo —finalizo yo su frase inacabada en tono de broma, pero él no se ríe ni sonríe siquiera ni me sigue la broma. 

Su rostro se vuelve más severo, más oscuro.

Quizá no esté tan lejos de la verdad, pienso cuando lo miro.

A Eric nadie le importa más que sus hijos y estaría dispuesto a hacer muchas cosas por mantenerlos a salvo y lejos de personas abusivas. 

Si mi antigua yo como Villado lo hubiese sido, haría años que seguramente estaría bajo tierra o vete tú a saber dónde, pero lejos de ellos sin duda por mucho que los haya parido.

—Me hubiera divorciado de ti mucho antes por muy culpable que me sintiera al hacerlo y, siendo honesto, te hubiera destrozado durante el juicio de divorcio. Mis hijos son mi prioridad —me confiesa directamente. No esperaba menos de él. Nunca miente, y mucho menos para hacerse ver más suave o para ganar aprobación social de ningún tipo. Es lo que es y no lo esconde—. Si les hubieses hecho daño de alguna forma...

—Eso no va a suceder nunca —le corto con brusquedad—. Amo a mis hijos, Eric. A nuestros hijos. Daría mi vida por su bienestar. 

Trago saliva y aparto el rostro porque no soporto estar bajo esa mirada suya, tan capaz de leer y escudriñar un alma, en estos instantes en los que me siento vulnerable y expuesta de tal manera que ni el sexo ni el desnudo físico se le comparan.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora