Capítulo 32

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La vida en el espejo (1999)

-TV Azteca


El día siguiente amanece tan alegremente como siempre.

El sol brilla, la tierra verde de Capital resplandece y sus dispares y coloridas gentes empiezan sus días, mayoritariamente libres de trabajo, disfrutando de la sabrosa comida de la ciudad y los campos de cultivo ecológicos que la rodean.

Vivir en esta ciudad es todo un lujo.

Pero es un lujo del que, ahora mismo, yo no disfruto nada. Cosa que hace que me enfade conmigo misma por empezar el día de morros cuando debería disfrutar esta segunda oportunidad de vivir que el universo me ha regalado porque sí.

—Venga, Emma, que no es para tanto —me intento animar, soltando un suspiro, y me estiro sobre las suaves sábanas de la cama, disfrutando de la temperatura perfecta de la habitación y de las vistas al jardín, cuyas hermosas flores y árboles puedo ver a través de los ventanales de suelo a techo que hay junto a la cama, pero la cabeza no deja de darme vueltas y más vueltas como una noria—. Que sí, que sientes algo por Eric y que él es muy guapo y muy intenso y además hace que te baile la sangre en las venas como ningún otro hombre lo había hecho antes y todo lo que quieras pero, ¿cuánto de eso es tuyo y cuánto de la antigua Villado, eh? Que no te aclaras ni tú, preciosa —me digo, presa de un arrebato de verborrea—. Habrá hombres para retozar en esta ciudad, chica, ¡pero si casi todos los que has visto dejarían a la altura del betún hasta al más guapo de los galanes de la televisión! Y a Gabriel le gustas, además. Y está soltero, que tú sepas.

Sí, pero Gabriel sigue enamorado de Rocío, la prometida de su hermano... me replica mi cerebro, que persiste en intentar amargarme el día.

Al final me levanto de la cama soltando un gruñido de frustración conmigo misma.

Saber lo que tienes que hacer y lo que deberías sentir, lo que te conviene sentir, no es lo mismo que tener control total sobre tus emociones o tu corazón.

Si eso fuera tan fácil, los humanos no seríamos lo que somos: intensamente emocionales y caóticos.

Incluso el más racional de entre nosotros se ve superado por sus sentimientos, sus miedos y sus ansiedades en algunas ocasiones. Y yo lo hago más que la mayoría.

Somos expertos en desear lo que no debemos desear y en arruinar nuestras vidas persiguiendo emociones, ambiciones, situaciones o personas que nos destruyen.

—Pero también somos expertos en reconstruirnos —me digo con firmeza—. Y en ser perseverantes en lograr nuestras metas y sueños. Y eso es maravilloso —me replico a mí misma, decidida a recuperar mi habitual positividad, que la regla (que todavía persiste, aunque esté ya en las últimas) suele arruinarme—. Mira que estoy filosófica esta mañana. Y parlanchina, también. Serán las hormonas... —le digo a mi imagen en el espejo de cuerpo entero mientras termino de vestirme, refunfuñándole a la nada.

Miro a mi alrededor y me pregunto qué vestido de las decenas de ellos me pondré esta noche. Tampoco me importa mucho. Todos son bellísimos y todos están hechos a medida para ajustarse a mi cuerpo con maestría.

—Villado tenía muy buen gusto. —Me siento un poco culpable al oírme mencionar a la pobre mujer, por la que de súbito siento una oleada de compasión.

Murió muy joven y de manera muy inesperada, me dicen mis recuerdos de ella, aunque lo hizo mientras dormía y estaba tan borracha que ni se enteró.

Es un consuelo. Me hace sentirme menos como una intrusa y más como la receptora de la bendición que sé que soy, porque no puede ser de otra forma. Porque estas cosas, simplemente, no pasan en el mundo de donde soy originaria.

No en la realidad. O lo que yo creía que era la realidad, al menos.

—Vale ya de pensamientos morbosos, Emma, coño. Hay que ver cómo estás esta mañana, ¿eh? —me regaño frente al espejo del tocador tras pintarme los labios de rosa, decidida una vez más a no amargarme el día a mí misma más de lo que ya lo he hecho y poniéndome firme de una vez por todas—. Ya basta. Deja de darle vueltas a todo de una maldita vez y simplemente disfruta de esta segunda oportunidad de vivir. Así que, ¡alegra esa cara, pedazo de boba! Arrepentirse o sentirse mal no va a cambiar nada. Ni con Eric, ni con Villado ni contigo misma. Lo único que puedes hacer es seguir adelante y tratar de vivir esta vida lo mejor que puedas junto a los niños a los que amas y sientes como tuyos, y ya está. No le des más vueltas, so boba, o la ansiedad te comerá viva —me enfado conmigo misma.

Menos mal que nadie me está oyendo, o pensarían que estoy más loca de lo que ya creen que estoy, que es bastante.

Armándome de valor para poner orden a mi mente y mis caóticos sentimientos encontrados sobre la vida en general y el baile de esta noche en particular, aspiro una bocanada de aire, me doy un par de palmadas en las mejillas para despejarme del todo y abro la puerta de mi habitación, saliendo de esta con los hombros erguidos y dispuesta a afrontar el día con valentía.

Se ponga lo que se me ponga por delante, podré con ello, porque no me voy a dar a mí misma otra opción.

Esta es ahora mi vida. Yo soy Villado y Villado es yo, y ya no hay dudas o arrepentimientos que valgan.

 Yo soy Villado y Villado es yo, y ya no hay dudas o arrepentimientos que valgan

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Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora