Capítulo 47

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Amor cautivo (2012)

-TV Azteca


La comida con los demás participantes y los miembros del equipo de fútbol se lleva a cabo en un enorme restaurante, capaz de dar cabida a tanta gente.

Hay más de doscientos asistentes contando padres, amigos, familiares y los propios niños que, al parecer, han sido un montón este año.

El equipo de fútbol de este cole es bastante popular. Un grupo de padres con los que nos sentamos a comer en una de las mesas nos cuenta que es famoso por haber ganado varios torneos interescolares nacionales, que se celebran unas dos veces al año. Lo que me parece una locura.

¡Son niños de seis y siete años, por los santos cojones del burro del marido de la Paqui!

No sabía nada de eso. Con razón Julio se sentía tan presionado por el alto nivel de la competencia, pobrecito mío.

Si él lo único que quiere es jugar y divertirse con su deporte favorito, como cualquier chiquillo de su edad.

Espero que ser parte del equipo no empeore esa ansiedad. Mi resolución de llevar a los niños al psicólogo para que puedan hablar con un profesional que les ayude se incrementa, y decido ahí mismo de manera inmediata que voy a hablarlo con Eric en cuanto lleguemos a casa y a empezar a buscar psicólogos que se especialicen en la infancia.

Y, ya de paso, uno para mí también.

Se me pasa por la cabeza que Eric ha tratado de convencerme varias veces de que vayamos a terapia de pareja, pero dudo antes de pensar en ello con seriedad porque ahora mismo no sé ni dónde estamos en nuestra relación ni si somos realmente una pareja.

—Disculpad, vamos a retirarnos por hoy —anuncia una de las madres con las que estamos sentados—. Nuestra hija no ha logrado pasar este año las pruebas y pensábamos que tal vez la comida con sus amigas le animaría, pero no está siendo así —suspira la mujer.

El equipo es mixto, como todos los de la liga interescolar, y tanto niños como niñas participan en las pruebas de acceso.

—Ha sido un placer conoceros. Que paséis un buen día —se despide su marido con cordialidad.

—Igualmente —respondemos casi toda la mesa a la vez, ahogando una risa al hablar a coro que no se siente muy apropiada ahora mismo, dadas las caras largas de la pareja, que se levanta de la mesa y se lleva a su hija del local.

Se nota claramente que la niña no lo está pasando bien. Me sabe fatal por todos estos niños que tienen tantas expectativas, tanto autoimpuestas como, he notado, a veces impuestas por sus propios padres, sobre los hombros a tan tierna edad.

Me pregunto si no sería mejor para su salud mental que Julio jugara en un equipo menos solicitado y con menos presión. Supongo que tendré que hablarlo con ese psicólogo cuando lo encuentre. Y también con Eric y con el niño.

Eric, que está sentado a mi lado, mira a los padres que se van llevando a sus hijos de la fiesta poco a poco con el ceño fruncido de manera pensativa.

Julio y Carlitos, sentados en la mesa de los niños, se lo están pasando pipa.

Carlitos ha insistido en que quiere comer solito y con los demás pequeños, algunos de los cuales son cercanos a él en edad ya que son los hermanos pequeños y primos de los más mayores, que se han presentado a las pruebas (y que muy pocos han pasado), y además está siendo vigilado por uno de los monitores que el equipo de fútbol ha contratado para que los padres puedan charlar y descansar un poco durante la comida, pero Eric y yo nos hemos sentado cerca para vigilarlo y nos levantamos de vez en cuando para asegurarnos de que todo va bien, ya que tiende a atragantarse de vez en cuando al comer.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora