Capítulo 36

1.9K 222 22
                                    

La reina del sur (2011)

-Telemundo


La fiesta es tan ostentosa como esperaba que lo fuera.

Durante el capítulo de la novela no enseñan mucho más que un brevísimo plano general de la sala de fiestas y, cómo no, se centran en Araceli: en su maravilloso vestido (que Eric le regala), en su precioso pelo, en su maquillaje (natural e inocente), en la forma en la que todo el mundo se maravilla con su belleza y su gracia y un largo etcétera de oda a su perfección.

Y ya está. Luego llegan las escenas con Eric en una de las terrazas de arriba, en las que ella le llora que está enamorada de él pero que no soporta que él esté casado y él le dice que se divorciará para que ambos puedan darse la oportunidad que no se dieron de jóvenes y, cosa que no puede faltar en una telenovela, la monumental tragicomedia que es la reacción de Villado al verlos en el balcón juntos, acompañada de su madre, que es la que se lo chiva al espiarlos a los dos.

Pero esta noche no habrá nada de eso. O, al menos, no habrá nada de lo que me corresponde en el guion de ese escenario.

¿Que Eric y la Arapánfila quieren verse a escondidas y hablar de lo mucho que se quieren? Pues vale. Que les jodan.

Él no es el único que ha invitado a alguien esta noche.

—¡Gabriel, has venido! —saludo al médico con una sonrisa de oreja a oreja, notando lo guapo que está.

Lleva puesto un traje que le sienta como anillo al dedo, en un tono gris oscuro y sin corbata, con la camisa blanca ligeramente abierta y dejando ver el inicio de sus bien formados pectorales.

Su cabello castaño está peinado hacia atrás en un estilo muy moderno para la ocasión y uno de los mechones le cae sobre sus impresionantes ojos color verde avellana, tan llenos de inteligencia y clavados en mí con un alivio casi palpable.

Casi me aguanto la risa al ver que el pobre, al que se le ve agobiado, está rodeado por un grupo de mujeres y un par de hombres que le tiran los tejos de manera más o menos sutil, admirando lo guapo que es y preguntándole si no le conocen de alguna parte.

Evito morderme los labios porque no quiero estropear el trabajo de Germán y que se me quede la marca de los dientes en el pintalabios (o, peor, pintalabios en los dientes) y me meto a la fuerza en el grupo de gente elegantemente vestida de todas las edades (desde mujeres de ochenta hasta jóvenes adolescentes) que acaban de firmar la entrada metafórica a su no tan metafórico club de fans.

—Emma —saluda él con una expresión que grita «rescátame, por favor» tan evidente que casi me hace reír otra vez—. Te estaba buscando. Estás preciosa —añade lo último deteniéndose brevemente en el escote de mi vestido antes de carraspear y apartar la vista con un ligero rubor, incómodo por su leve falta de autocontrol.

Pero qué bonito es este hombre, por favor.

—Lo sé —le sonrío con coquetería, aguantándome la risa con más ganas cuando veo las expresiones celosas de sus fans—. Señoras, señores, les presento al doctor Gabriel Banderas, el héroe que ha salvado la vida de mi Julio.

—¡Emma, cariño! ¡No nos habías dicho que conocías a un hombre tan guapo! —exclama una de las mujeres, algo contentilla a pesar de que la fiesta acaba de empezar, que ya debe ir por su tercera copa de champán.

La reconozco como la segunda esposa del magnate de negocios Pablo Pascual, amigo de mi abuelo. La mujer es una belleza de unos cuarenta años, pero es bien sabido que su esposo es un cerdo infiel que le pone los cuernos con chicas de veinte a las que se lleva de acompañantes a fiestas bastante públicas.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora