Capítulo 17

1.9K 188 9
                                    


—¿Era necesario que interrumpieras mi tiempo con los niños de esa manera tan maleducada? —pregunto de manera abrasiva nada más entrar en su oficina.

Me ha traído a su maldita oficina, como si fuera yo una de sus empleadas o algo por el estilo. Será capullo.

Él alza una ceja con sorpresa.

Apuesto a que está sorprendido, el muy cabrón. Y tanto que lo está. Villado lo trataba como se trata a un rey y le hablaba en tono meloso, siempre mostrándose como una mujer sumisa ante él, tratando de manipularlo para que la viese como a una esposa sufrida y amante y no la dejara por la otra.

Pero esa no soy yo. A mí me gusta dejar las cosas bien claras desde el principio. Y este necesita que le dejen las cosas bien claras, y muy pronto.

Se acabó la Emma que se muere por sus huesos y trata de retenerlo a su lado a toda costa, volviéndose loca en el proceso, y bienvenida la Emma independiente que va a defender lo suyo con garras y dientes contra quien sea necesario.

Que le den, a él y a su cara de ángel caído y a las malditas reacciones que provoca en mi cuerpo con tan solo sentirle cerca.

—¿Desde cuándo te gusta pasar tiempo con los niños? —resopla él, genuinamente incrédulo.

—Mira, guapito —me enfado—, son mis hijos. Yo les he parido, no tú, así que si quiero pasar tiempo con ellos y bañarme con ellos o llevarlos al maldito colegio, o al parque, o lo que sea, ¡lo haré y punto! ¿Se puede saber por qué me interrogas por una tontería como esta? ¿Crees que tienes derecho a montarme semejante melodrama, así, sin más motivos?

A mí nadie me gana a tocar las pelotas cuando me enfado. Ni siquiera él.

Si me mirase con más asombro se le abriría la boca cómicamente, como en los dibujos, pero el cabrón es demasiado elegante y tiene demasiado autocontrol como para eso.

Hasta estoy a punto de soltar una carcajada de esas que realmente suenan a villana de culebrón, porque ahora mismo me siento como toda una fiera dramática dispuesta a soltar unos cuantos gritos bien merecidos.

Este hombre me altera las hormonas y la mente.

Una cosa es que me acuse de algo que está mal o que he hecho mal (que él sepa), eso me vale, pero, ¿que se me ponga así porque he pasado tiempo con los niños...? Eso sí que no.

Si se lo consiento, a saber cuál será la siguiente tontería por la cual se le ocurre montarme un numerito.

Eric recobra la compostura en unos segundos, pero sigue mirándome con desconfianza, aunque ahora parece que me está evaluando, como si acabara de salirme del molde en el que me ha encasillado y ello le hiciera recelar todavía más de mí.

—Emma... —empieza en tono de advertencia, evidentemente reflexionando sobre mis palabras pero sin dejar de lado la irritación y el reconcomio que le provoco.

Pues que se prepare, porque no he acabado todavía, pienso cuando mi memoria me recuerda que esto ha pasado decenas de veces antes.

Él no escucha. No desde hace meses (al principio lo intentaba, pero ya no lo hace), sino que trata a Villado como a una molestia perpetua que tiene que sufrir. Pero luego bien que se acuesta con ella cuando ella le busca, el muy cerdo.

Aunque se emborrachó y la dejó preñada de Julio, el alcohol no transforma a nadie en una bestia sexual incapaz de controlarse. Ni un afrodisíaco tampoco (que yo sepa, vamos, porque a saber qué mierdas habrán inventado en este mundo tan similar a mi mundo original pero, al mismo tiempo, tan extraño e impredecible).

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora