Capítulo 39

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Floricienta (2004)

-Canal 13 Argentina


Una de las pocas cosas que sigo recordando claramente a través de la bruma que ha invadido mi mente y que poco a poco me hace más difícil diferenciar a las diferentes Emma, que se van fusionando cada vez más, es que, cuando veía la novela en la pantalla de mi televisor, hubo un punto en el que ya me resultaba imposible llegar a empatizar con Araceli por muchas cosas trágicas que le pasaran a la pobre chica.

Y le pasaban muchísimas más que a una persona a la que le hubieran echado el mal de ojo, hubiera roto siete espejos y hubiera sido maldecida por una bruja maléfica al nacer, todo ello junto.

Soy consciente de que ello me ocurría porque a ella la escribieron para ser perfecta: jamás tomaba decisiones equivocadas o decía cosas fuera de tono y nunca hacía nada, absolutamente nada, reprobable.

Era, para mí, como si ella fuera un robot programado para ser el culmen de la perfección moral y física, más que un ser humano.

Cuando la veía llorar frente a la cámara, siempre de manera tan bonita (no fuese que se le corriera el maquillaje o se le hincharan los ojos o algo así y pareciera un poco más humana y menos un anuncio de Photoshop, oye), me sentía mal por ello, pero no porque me sintiera identificada con ella, sino que era más bien como cuando ves a un actor de uno de esos reality shows que poco tienen que ver con la realidad llorar de manera falsa, como si estuviese programado que lo hiciera a esa hora en concreto pero no tolerase que las cámaras lo grabaran en un ángulo o situación que no favoreciera a su belleza de maniquí con setecientas capas de maquillaje encima, y te sientes ligeramente incómoda con ello.

Pues así era con ella.

Así me sentía: como si fuese todo falso y estuviese todo preprogramado. Y ahora que la veo en persona, no puedo negar que esa sensación de estar ante alguien antinaturalmente perfecto persiste.

No sé si será la manía inherente que le tenía como Villado o la que le tenía como televidente, pero solo verla me crispa los nervios y, al mismo tiempo, me hace sentir como si yo fuera una zorra imperfecta, mezquina y cruel que no puede compararse a ella y cuya personalidad está podrida de manera insalvable.

Una especie de basura con forma de mujer. Mis inseguridades existen, como en cualquier otra persona, pero jamás las he tenido tan a flor de piel como cuando la miro. Es extraño y me hace sentir incómoda conmigo misma y con el mundo.

Que, oye, mis cosas tengo, como todo el mundo (quien diga que es perfecto y que no ha sentido demasiado y demasiado intensamente hasta el punto de que sus emociones le han nublado el juicio alguna vez o que no ha cometido errores de los que se avergüence, aunque en el momento de cometerlos no pudiera evitarlo o no lo viera así, miente), pero no soy, ni mucho menos, un bicho horrendo y malvado.

Me digo con firmeza que esos sentimientos y pensamientos provienen de inseguridades que ni había notado que estaban ahí hasta ahora y que ella no tiene la culpa de nada, pero sería una tremenda mentirosa si dijera que ello funciona totalmente para anular el desagrado que me produce esa perfección tan surreal que percibo en ella.

—Hola —saludo de manera lacónica con una ceja arqueada a la chica, que ni me había mirado hasta ahora, comiéndose a Eric con los ojazos que tiene como estaba haciéndolo.

—Ah, hola —responde ella con un bello rubor y una mirada apocada y cautelosa, y vuelve a clavar sus ojos en Eric, cuya expresión es fría, distante y algo frustrada, interpreto.

Soy la villana (✔) ✦ COMPLETA ✦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora