Elio Perlman

3.9K 137 10
                                    

Tipo: Smut

|ELIO|

Desde hace cinco meses me había vuelto el chico con más suerte en el mundo, la razón era muy sencilla. Una hermosa chica de cabello castaño y ojos color avellana que respondía al  nombre de  (TN) Crux había aceptado ser mi novia.  Me había tomado mucho tiempo poder llamarla mi novia, hace mucho tiempo un chico rompió su corazón y no estaba dispuesta a volver a entregarlo. Por eso me jugué con todo lo que tenía para que esa hermosa chica aceptar mis sentimientos. 

Me había enamorado de (TN) desde el primer momento en que la vi había sido transferida hace muy poco a la escuela, sus padres se habían mudado a Crema por trabajo. Desde el instante en que cruzó la puerta hizo que mi corazón se acelerara, con una pequeña y muy tímida sonrisa en sus labios se presentó y desde ese momento supe cual era el nombre de la dueña de mi corazón. 

Muchas chicas comenzaron a molestarla, no era un secreto que muchos chicos la encontraban una muchacha muy guapa. Además no solo era su belleza lo que llamaba mucho la atención, sino que también se notaba que era una chica con un alma tan dulce que sentías un calor en el alma cuando hablabas con ella. Y también, era una chica muy inteligente; le gustaban mucho los temas de ciencias, aunque lo más le gustaba era la astronomía. 

Su apellido provenía de una constelación, por eso siempre se fascinó con el cielo. Recuerdo una de nuestras muchas conversaciones donde me decía que lo más amaba de Crema era poder ver el cielo estrellado en la noche. Por eso siempre que la invitaba a citas me aseguraba de que nuestro principal panorama fuera ver las estrellas. 

Habíamos acordado vernos esa noche pues habría una lluvia de estrellas y quería llevarla a que la viera. Cuando se lo comenté sus brazos rodearon mi cuello, instintivamente mis manos se fueron a su cintura y la elevé unos centímetros del suelo. Podía sentir como reía de alegría y decía que no podía esperar a que llegara la noche para poder verlas juntos. 

Descubrí que me gustaba mucho ver cómo se iluminaban sus ojos, porque era cuando veía las estrellas sus ojos brillaban tanto de la misma forma que brillaban cuando me miraba a mi. Por lo que me hacía sentir que ella me amaba tanto como amaba a las estrellas, saber que ella puede sentir eso por mi hacía que mi corazón saltara dentro de mi pecho. 

El tan esperado día había llegado, me arreglé un poco más de lo normal. Sabía que para ella esto era realmente importante por lo que me vestiría lo mejor que pudiera para que no pensara que no me importa el ver las estrellas junto a ella. La verdad es que mucho no me importaba, porque para mí la única estrella digna de ver era (TN) solo ella era capaz de iluminar toda la ciudad solo con su sonrisa.

Fui a buscarla y cuando la vi, por un momento olvidé cómo se respiraba. Usaba un hermoso vestido de verano color blanco con muchas flores, su cabello estaba suelto por sus hombros y su sonrisa era más grande que otra veces. No alcancé a decir nada cuando sentí que se había colgado de mi cuello y me llenaba de besos. 

-- Hola amor -- dijo ella sonriendo -- Estaba que moría por verte. 

-- Así que mi principessa quería verme -- dije pasando mis manos por su cintura -- Yo también quería estar contigo.  Tengo todo listo para hoy, mafalda me ha prestado el coche así que cuando quieras podemos irnos. 

--¡Adiós papá! ¡Adiós mamá! ¡Los amo! -- gritó hacia dentro de la casa antes de enredar sus dedos con los míos.

Hace unos meses había ido a explorar el campo para ver que había de interesante, fue ahí donde encontré una pequeña pero acogedora cabaña. Fui hace unos días de noche para ver si las estrellas se veían bien y para mi suerte el cielo estrellado se veía más que hermoso como si fuera una pantalla gigante. 

One shots de Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora