Kyle Scheible

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Tipo: Triste 

+18 años, temática fuerte.

|TN VITORI|

Sentía el sonido de la alarma haciéndose presente por toda la habitación pero, no tenía ganas de levantarme. No le veía el sentido, todo era tan monótono y aburrido que si pintáramos el mundo con una paleta en escala de grises, no habría diferencia alguna. Un pequeño y rítmico golpeteo en la puerta me hizo mirar en su dirección. 

Con mucha delicadeza la puerta era abierta por mi mamá, sabía exactamente lo que venía ahora. Con una sonrisa en su rostro se acercó a mí, apagó el despertador y caminó hasta las ventanas; movió las cortinas dejando entrar la luz del sol y luego se volteó hacia mí. 

-- ¿Cómo durmió mi pequeño rayo de sol? -- preguntó contenta. 

-- Bien, ya sabes caí rendida -- mentí, no quería complicar más las cosas. 

-- Es bueno escuchar eso -- tomó asiento a los pies de mi cama -- Tu desayuno especial te está esperando. 

Me tensé ante la mención del desayuno, la verdad es que no tenía hambre pero sabía muy bien que mis padres no me dejarían poner un pie fuera de casa sin haberme acabado el desayuno por completo. Con una sonrisa forzada asentí en dirección a mi madre, esto le dio la seguridad suficiente como para dejarme a solas y así comenzar a prepararme para ir a la escuela. 

No me hacía para nada feliz ir a la escuela, pero al menos vería a mi novio y eso mejoraba mucho el panorama. Con un inexistente ánimo me levanté de la cama, arrastré los pies hasta el baño donde me di una larga ducha pidiéndole al shampoo que por favor se llevara todos mis problemas con él. 

Una vez que mis lamentos no fueron escuchados, decidí que era hora de vestirse. No podría posponer el desayuno por más tiempo; eso haría que mis padres se preocuparan y eso nunca terminaba bien. 

Miraba el horrendo uniforme escolar, pensar que me graduaría usando eso me hacía sentir pena de mí misma. Baje con fingido ánimo, saludé a papá de un beso en la mejilla y me dejé caer en mi asiento; me preguntaba dónde estaría ese elemento que hacía de mi desayuno algo especial. Tomé un sorbo del jugo de naranja y por alguna razón la acidez de este me hizo sentir realmente bien.

Luego comencé a comer en pequeños trozos mis wafles, los cuales sabían muy rico. Su sabor era como de otro mundo, tenían la cantidad exacta de dulzor cosa que no lo hacía empalagante. Mamá sonrió cuando me vio comer con tantas ganas, la fruta que colocó encima de los wafles se sentía tan dulce y fresca, sin duda la mejor parte del día era el desayuno.

Siempre que me sentía mal, me hacían recuperar la energía y me sentía llena de vida. Con una gran sonrisa me levanté de la mesa al terminar de comer; subí las escaleras para lavarme los dientes, si me daba prisa llegaría junto con mi novio hasta la esquina para irnos juntos a clases. 

Les di un fuerte abrazo a cada uno de mis padres y me fui dando pequeños saltitos. Me sentía tan feliz como si hoy fuera a ser el mejor día de mi vida, cuando pensé que mi día iba muy bien, mejoró considerablemente. Veía caminar a ese hermoso chico de rizos castaños, ojos verde cansados y actitud rebelde. Su corbata iba un poco desanudada lo que le daba un toque muy ardiente, moría por abrazarlo hasta fundirme con él. 

-- Buenos días mi niña -- dijo él rodeando mi cintura con sus brazos. 

-- Buenos días amor mío -- dije besando sus labios -- ¡Este será el mejor día de la vida! 

One shots de Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora